En el trabajo del periodista existen los duendes de imprenta que te ayudan en la búsqueda de historias que contar en estas páginas. Uno de ellos nos pidió acudir el miércoles 15 de diciembre por la mañana al Colegio de Nuestra Señora de la Victoria, donde fuimos testigos de una mañana cargada de esperanza, alegría, unión y fe, mucha fe, en el nacimiento del Niño Dios.
Las fotografías hablan por sí solas. Salvando los obstáculos de la pandemia, celebración en el patio en vez del salón de actos, pero todos unidos en torno a la figura del Salvador. Mascarillas, distancias, grupos burbuja, alrededor del niño en un círculo que dibujó lo que se vive en los colegios.
La directora y los profesores tienen todo planificado al minuto. Horas, sitios, alumnos, escenas… Ese día dejan los uniformes por una vestimenta acorde con su perfil. Hay quienes van de pintores, de estrellas, de fichas de parchís, de bailarinas… ¡hasta de raperos!
Belenes por clase, en el patio, en los pasillos… El frío de estas fechas y entre tanto jaleo organizado, entra una madre con un carrito de bebé. “¡Es el niño Jesús!” Dice una profesora a otra.
Llega la hora y empieza la acción. Es la grabación del vídeo de Navidad que este año se tiene que hacer en el patio. El salón de actos sigue esperando el regreso a la normalidad. Buscas un sitio donde no estorbar y analizar lo que va a pasar para luego contarlo.
Nadie sabe el argumento, cada clase conoce su papel y forma parte del conjunto. Con un orden increíble, cada clase sabe el lugar que debe de ocupar y tras llegar en filas, forman un círculo perfecto en el patio de baloncesto, ese mismo que Agustín Rodríguez utilizó tantas y tantas veces.
Y entre el murmullo de un recreo, se abren paso San José, la Virgen María ¡y los cámaras! Cuando todo está preparado, la directora hermana Carmen María anuncia la llegada del niño y los alumnos le reciben con una fuerte ovación. Nadie, o casi nadie sabe quién es. Bueno, la directora, su hermana y los padres, sí…
Los pequeños, en la distancia, sorprendidos, exclaman: “¡Es un niño de verdad!”. Y se hace el silencio, se escucha la canción que dará voz al vídeo y comienza la magia. Los más pequeños, las estrellitas de Navidad, se mueven en el firmamento del patio. Los coloridos del parchís dan alegría a la composición. Los pintores, imaginan sus postales navideñas. Los más grandes, entre el flamenco y el rap, le cantan al niño y sin esperarlo, una joven baila en el lugar y se postra ante la Sagrada Familia.
Todo en una mañana donde vuelves a sentir esa magia que desprenden los centros educativos, cuando todo es tan sencillo por ir todos a una, sumando en diversidad, sintiéndose una piña. Emoción contenida por profesores y los más mayores, quienes crecieron interpretando diferentes personajes y ven cómo sus años en su “cole” van terminando.
¡Qué vida nos ofrecen los colegios! Pasó un 15 de diciembre en Antequera en llegando Navidad.