Gabriel Marín Fernández lleva más de dos décadas ligado a la Educación, como profesor primero y como asesor de formación de la Consejería después. Tras sacarse la plaza y ayudar a sus compañeros a conseguir también la suya, la idea de Tierra de Maestros surgió de forma natural. A partir de ahí, ha tenido claro cuál es la filosofía y la esencia que les guía en su día a día.
Son dos factores los que diferencia a Tierra de Maestros de otros centros: “el compromiso profesional avalado por los resultados obtenidos y el compromiso humano. Si a la mayor calidad posible no le sumo el acercamiento, la capacidad de contactar con el alumno, de tener un espacio completo para él, a mí no me sirve. En unas oposiciones que hay tantos factores psicológicos, si yo no contacto contigo, da igual que haya mucha calidad, a veces el alumno necesita otras cosas más que lo puramente técnico”.
Sobre la preparación que realizan: “No es una preparación estándar igual para todos; tenemos una base común, pero luego estamos favoreciendo el potencial de cada uno para que brille con luz propia a la hora del examen ”.
Tres letras para todo maestro: SER
“SER, esas tres letras aglutinan lo que para mí es ser maestro. Tiene la letra E de Educador, de preocuparse cómo transmitir la información; la S, de hacer al niño Sonreír, de tenerlo alegre, motivado; y la R, de ser actoR, tiene que crear el clima en el aula, saber cómo actuar delante de un niño, sacarle lo mejor de sí mismo. Ser maestro no es sólo transmitir información, es más complejo. Tienes que empatizar, ponerte en la piel del otro… si no, es imposible”, cuenta Gabriel.
“Es muy importante la planificación, no es posible hacer una carrera de fondo en tres meses. Puedes estar muy preparado, pero si no controlas todas las variables que pueden surgir en un examen, no sirve de nada”, aconseja a quienes preparan oposiciones.
