No es la primera vez, ni será la última. Pensar que si se rompen, han evitado un accidente, atropello o entrar en un sitio donde no deben. Una ciudad que combina casco histórico con el del día a día, debe delimitar la convivencia del peatón con el conductor. Que no haya que lamentar accidentes. Esta imagen se repite más de la cuenta en calles y barrios de la ciudad.