Escrito así, parecería una quimera, es cierto. No obstante hoy tengo en mente las secuencias y diálogos de una película antigua, “Los dioses deben estar locos” hecha en clave comedia, que trataba un tema del cual a la sazón les quiero comentar. Últimamente y por desgracia estamos siendo testigos de grandes problemas con las fronteras entre países.
Por el año 218 a.C. se produce un hecho, hoy lo denominan, acciones de geoestrategia política, por el cual, tropas romanas al mando de Cneo Escipión, desembarcan en Ampurias dando comienzo así a, la romanización de la península ibérica, luego llamada Hispania. El motivo aludido por Roma, para tal acción fue la violación del Tratado del Ebro, en virtud del cual, los cartagineses se habían comprometido a no pasar armados la línea del río Ebro. ¡Cómo nos suenan estos actos a hechos de plena actualidad! Dejo a los Barca y Escipiones metidos en la interesante y larga historia que cambió el devenir de las culturas hoy conocidas, para volver a los “bosquimanos” o personajes centrales de la cinta ya mencionada.
La película aludida se alimenta con la historia de una tribu ubicada en, África del Sur, a la que denominan “bushman” el nombre original de estas personas es, “boschjesman” (hombre de los arbustos o matorrales). Una de las características de estos grupos, es la ausencia de puertas en las chozas o viviendas. El guión del relato se basa, en la no posibilidad de poseer nada que otro individuo del clan, no pueda a su vez, también disponer de ello, por lo que, la felicidad de todos estaba garantizada. Todo ello cambia, cuando cae del cielo, una botella de cristal procedente de un maleducado aviador.
Volviendo a la realidad, en el centro de Botswana se encuentra la Reserva de Caza del Kalahari Central, en plena sabana africana, cuna de todas las culturas y razas humanas, hogar sin fronteras ni límites para el desarrollo de la vida de los bosquimanos. A comienzos de la década de los años ochenta se descubrieron diamantes en la reserva. Es a partir de ahí que comenzó el peregrinar de estas gentes, condenados a abandonar sus tierras y las reservas creadas para la caza y recolección de frutos y semillas, el alimento y la vida que siempre habían podido disfrutar.
Uno de los últimos desalojos de las tiendas e interiores de troncos de baobab, donde vivían, fue por el año 2005, sus hogares fueron desmantelados, les cercenaron toda posibilidad de caza y supervivencia, destruyendo inclusive pozos y suministro de agua, (para más información en éste artículo https://www.survival.es/indigenas/bosquimanos). El humano, cada vez menos humanizado.
En el último video de Antequera Oculta, canal de YouTube de Miguel A. Varo, dedicado a Francisco Tobarias Luque, “El Guardián de las aguas de Antequera” se puede oír a Francisco, en una de sus historias, comentar que; las personas no serán todo lo humanos que deberían ser, mientras no se pueda dormir con la puerta de la casa abierta.
Sí, es muy cierto que vivir en una cueva, hoy, así pensado, pueda parecer mas que una entelequia, un sueño, una utopía de persona bucólica, un querer vivir en los mundos de “yupi”. Pero no lo es menos cierta, la realidad a la que nos estamos enfrentando cada día. Conflictos que ya creíamos superados, miedos, muertes inútiles, ambiciones de humanos que no se detienen ante nada, cazando y dando muerte a los propios humanos. Y no para alimentarse, sólo por el mero hecho de poseer, de ambicionar más poder, más riqueza, más dominio sobre un planeta que a diario nos está advirtiendo del mal camino emprendido.