viernes 22 noviembre 2024
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El horno de Belén

Que los gustos de la sociedad van cambiado es algo que no le pasa desapercibido a nadie. Comenzando por el aspecto externo, donde hemos simplificado nuestra manera de vestir, haciendo uso de la comodidad  con prendas muchas más ligeras y funcionales. Lo del calzado ha sido un revulsivo. Desde que las pusieran de moda las grandes firmas, las zapatillas, están arrinconado a los estilizados zapatos de tacón, que van quedando relegados a las celebraciones puntuales. La calle se viste de modernidad.

Ocurre lo mismo a la hora de consumir alimentos. Las bandejas de pasteles o tartas que solían regalarse por cualquier evento, han sido, en buena parte, sustituidas por canastos de fruta, flores u otros detalles que estén ajenos a ese aporte calórico que es el azúcar. Todo ello sumado a una gran competencia por la cantidad de negocios que tratan de hacerse hueco en el sector de la industria de los mantecados antequeranos, están dañando la economía de las monjas de Belén, que ven cómo sus productos ya no tienen la salida al mercado de años atrás.

Cuenta la hermana Cristina que no hace mucho tiempo el gigante Carrefour les compraba unos diecisiete mil kilos de mantecados. La última campaña apenas dos mil han salido de su horno para este gran supermercado.  A esto hay que sumarle que las hermanas que cobraban la pensión, han ido desapareciendo hasta no quedar ni una. Al día de hoy, solo una hermana recibe una pequeña cantidad por un problema físico. Ante esta situación, solamente pueden estar cinco dadas de alta de una comunidad de trece o catorce miembros. 

También les han disminuido las ventas en el despacho del convento, hasta tal punto, que alguna señora que va a visitarlas, declina el ofrecimiento de cualquiera de sus productos, alegando que no tiene nadie en casa que los consuma.

Ante esta situación no les queda más remedio que vivir con gran austeridad, y solo comen pollo o pescado un día a la semana. Generalmente los domingos. Y siempre agradecidas al reparto de alimentos que reciben de Bancosol y otras ayudas monetarias de algunas otras comunidades religiosas de nuestra ciudad y alguna ONG. La solución es difícil, de momento resisten esperando que la caridad no deje de ir a visitarlas.

Más información edición digital www.elsoldeantequera.com y de papel.
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