Siempre es triste la pérdida de una persona. Más cuando no se espera. Y más aún cuando se hace en puertas de unas fechas donde formaba parte de su Historia. El pasado fin de semana, fallecía doña María Isabel González Román, Maribel, a los 79 años, Regidora que fue de la Real Feria de Agosto de Antequera en 1996, hace 26 años.
Muy conocida en la ciudad por toda una vida dedicada a la Enseñanza. ¿Quién no pasó por sus clases, aprendiendo a leer o hacer cuentas con ella? Así como por sus hijas, por su hermano y su familia… Viuda que fue desde muy joven del recordado don Juan Alarcón Muñoz.
Vivía en la calle Lucena, cerca de la Cruz Blanca, compartiendo su corazón devocional entre su Socorrilla y “su vecina”, como ella le decía a la Virgen de Consuelo. Madre de Marisa y Maribel, camarera de la Virgen del Socorro y destacada cirujana, quienes eran su pasión por vivir, junto a los nietos a los que adoraba.
Fue maestra por vocación, como antes lo fue su abuelo. Empezó en el Colegio de Nuestra Señora de la Victoria, el de la Beata Madre Carmen, al que siempre ha estado muy relacionada por los lazos familiares, o por los grupos de Paz y Bien.
Después pasó al Infante don Fernando, donde estuvo allí ejerciendo hasta que se jubiló. Centenares de niños pasaron por sus aulas, educándoles, enseñándoles, dándoles todo como si fueran sus hijos, sus nietos…
Ella basó su vida en tener una fe fuerte, a pesar de las adversidades que se le plantearon. Sus dos hijas se tuvieron que trasladar fuera, pero ella supo que siempre tuvieran la relación con Antequera, donde su casa siguió siendo la casa donde ahora disfrutaba sus nietos.
En 1996 fue nombrada Regidora de la Real Feria de Antequera cuando un día “volví a casa y mi familia me había preparado música y yo exclamé: ¡Uy, por Dios!”, nos decía hace 26 años. Se acababa de enterar que le habían propuesto ser Regidora.
Una mujer que le gustaba levantarse temprano, seguir con el ritmo de maestra, pasear por las calles para viajar “a épocas antiguas, la de los libros de entonces…”. Para ella la Feria era “unos días distintos a la vida cotidiana. No hay orden: sales, entras, vas con los amigos… Yo soy de casetas de noche, paseo por la mañana y sobre todo me gusta ir a los toros, esa cosa tan nuestra y tan española”.
En aquella entrevista mostraba un gesto que le definía como señora: “¡Iré con mantilla, qué honor!”. No le importaba mostrarse orgullosa de su tierra y sus tradiciones. Y es que como dijo Juan Acedo en el velatorio: sus hijas habían perdido a una madre, pero Antequera, a una señora.
Maribel siempre mostraba su sonrisa, como bien recoge esta fotografía, aunque dentro tuviera sus espinas (enviudar con 26 años y sacar para adelante a sus dos hijas, no tuvo que ser fácil). Tuvo gran ayuda de su hermano y su cuñada, con quienes compartían casa.
Su pérdida dejará un hueco muy grande en calle Lucena, en los corazones de su familia, de los alumnos después de una vida enseñando. A sus nietos, decirles que no olviden a esta gran mujer, a esta señora, que pasa a ocupar ese puesto de Regidora en el Cielo, como ya lo fue en la tierra.
Que siga velando por los suyos, por quienes estuvieron siempre a su lado, por quienes se encontraba en su caminar por las calles de esta tierra, donde formó una familia, compartió su casa y enseñó a tantos y tantos niños.
Que la Virgen sea Consuelo de su pérdida ante el Socorro de su adiós. Que la Esperanza de la Resurrección sea el testimonio que deje en su familia y amigos. ¡Gracias, Maribel, por ser ejemplo de vida cristiana!
