Tiene 39 años y se llama Sara Ríos Soto. Nació con una malformación en miembros inferiores, en una de las piernas no tenía rodilla, tibia ni peroné, por lo que a los 5 años le amputaron parte de ella para colocarle una prótesis y poder caminar.
No quiere que la miren de una manera diferente porque para Sara es algo que afecta a personas con problemas como el de ella, aunque “a mí no me ha condicionado. Tengo carácter suficiente para demostrar que el qué dirán no me ha limitado”.
Considera que para superar esa barrera depende “de la Educación y de la accesibilidad, ya que si crecen o no, la discapacidad y la sociedad avanzan o no. Es algo clave. Cuando empecé en el colegio, no había ningún centro accesible y la Inmaculada hizo una rampa para mí y me abrieron el ascensor de las monjas, lo que hizo que ellas se involucraran tanto en mi educación” y luego se quedó para quien ha venido detrás.
Insiste en esta reflexión: “La discapacidad avanza si la sociedad también lo hace”. Las personas con discapacidad deben de conseguir que “seamos conscientes de que la normalización plena la tenemos en nuestras manos, no en las de los demás”.
Tiene fe ciega en la voluntad de las personas: “Podemos llegar a conseguir todas las metas que tenemos en nuestra mente, es la única manera que seamos visibles”.
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Levantarse a las 6 para hacer Deporte
Desde hace 5 años, vive sola, en su piso, con sus dos gatas y es totalmente independiente. De lunes a viernes, empieza el día a las 7 de la mañana en el gimnasio, Crossfit Antequera en el Polígono Industrial. “Yo he sido siempre una niña muy inquieta y me gustaba el deporte”.
Antes, hacía natación. “Me encantaba el agua, empecé a nadar, pero con la pandemia, con esa vida sedentaria, llegó el momento en el que mi muñón empezó a hincharse y tuve que tomar medidas”.El cambio fue porque “todos mis amigos venían aquí. Yo decía que no podía hacer un deporte tan rudo, pero vine, conocí a Fermín, mi ‘coach’, él apostó por mí” y ahí sigue. “Se meten conmigo porque dicen que cojo mucho peso”. 70 kilos en ‘press’ de banca, “las flexiones las hago con una pierna sola”.
Con la mancuerna, “levanto 16 kilos”. Es de las que piensa que “no es con los kilos que puedas, sino el superarte cada día en cada ejercicio”. Acaricia y disfruta de “conseguir el objetivo que yo tenía de pequeña: llegar a alcanzar el deporte que siempre quise, que nunca me dejaron realizarlo cuando estudiaba porque en aquella época la discapacidad no entraba en una clase de gimnasia”.
La voluntad de superarse a ella en cada instante
Ponerte en frente de ella es preguntarle lo que le pasó. “A los 5 años me amputaron la pierna. Fue el punto de partida de mi vida. Antes mi vida giraba en un triciclo rosa con el que me movía”.
Han pasado ya “34 años con momentos que no son fáciles, sobre todo en la adolescencia. Me he rodeado de muy buenos amigos, de una gran familia” con los que ha ido superando peldaños. “Me quedo con esa valentía que creo que me identifica, me considero una mujer valiente”.
Ante un problema en la vida, sea el que sea, físico o psicológico, tiene claro qué hay que hacer: “Vencer el miedo, no hay mayor virtud que vencer el miedo. El miedo es lo que nos ralentiza en todo: al fracaso, a la frustración, a no superarte a ti misma, a que no se te integre, que los demás te vean como una persona diferente, que no te integres en un centro, en una relación…”.
Para ello hay que encontrar la confianza. “Cuando confías en ti misma y superas esas adversidades” se supera todo. “Yo me he rodeado de gente muy buena”, a los que les agradece su ayuda.
La equidad antes que buscar la igualdad
En una sociedad donde se tiende a conquistar palabras antes que derechos o libertades, Sara explica que “por eso yo nunca hablo de igualdad, es un término que a mí no me gusta. Tampoco hablo de género, hablo de equidad”. Defiende que “todas las personas, ya sean hombres, mujeres, tengamos una tendencia sexual o no, somos personas” por encima de todo.
Lamenta que “buscamos la imposición, la apariencia, el imponer nuestra propia creencia, nuestra verdad”. “Tenemos una discapacidad, sí; pero ¿quién no la tiene con el paso de los años? Por eso yo hablo de personas”.
A quienes empiezan estas circunstancias. “Que el miedo no los paralice, que la vida está para disfrutarla, sólo se vive una vez, y que superar las adversidades es la mayor satisfacción que puede tener una persona”. Al entorno, les expone: “Tienes que ser el apoyo incondicional. Mis padres han sido fundamentales en mi vida. Yo siempre me tenía que anteponer a lo que me venía y lo que me he encontrado. Creo que es la mayor satisfacción que pueden tener unos padres: acompañarte en tu propio aprendizaje de vida, a des-envolverte y ser persona”.
A la vida le pide: “Que seamos capaces de empatizar con los demás. Ponernos en el lugar siempre de las personas, ser altruistas, destacar esa labor que hacen las entidades, que es maravillosa, por ayudarnos”.
No hace falta recordar cómo fue su infancia (algo que sabrá ella y su familia), pero sí escuchar su fortaleza de cómo afrontar la vida con sus 39 años. Se llama Sara y crece con el sueño que todos sean personas, sin distinción por su capacidad y con el reto de superarse. Y por cierto, además es concejal en el Ayuntamiento de esta ciudad de Antequera.
