A una madre es a lo más que se quiere en una vida. En los primeros años, creces entre la casa y el colegio. Es allí donde conoces a personas que marcan también tus primeros pasos, tus primeras palabras, tus primeras tareas en el mundo escolar. Pasan los cursos, los años, los recuerdos, pero a muchas de ellas siempre las llamarás como “profesor”, “maestro”, su nombre o apellido o en el caso de hoy… la “señorita Merche”, como así la conocimos en nuestra niñez.
Recordamos hace ya más de 40 años cuando en el Colegio de Nuestra Señora del Loreto, llegó un día de prácticas una guapísima profesora, con una sonrisa para todo: para darte los buenos días, para explicarte, para escucharte, incluso para lo que sería regañarte, pero en ella no había nada que fuera malo. Una sonrisa por cada gesto o acción a realizar. Mercedes González Aranda, la profesora, la maestra, Merche, Merchi, la “señorita” empezó un camino en la Enseñanza que marcó a generaciones tras generaciones allí en su colegio, en Nuestra Señora de Loreto, en “las Recoletas”.
Ibas creciendo, serías como tantas de las muchas generaciones que pasaban por su aula, y siempre que la veías, aparecía su sonrisa y en el saludo se te escapaba lo de “¡adiós, señorita!”. Y así una y otra vez, año tras año hasta el último día que la viste. A pesar de lo que la enfermedad estaba ya haciendo en su interior, ella siempre tenía esa sonrisa para saludarte. Sin ir más lejos, nuestro recuerdo es ése, el de su sonrisa como recoge la fotografía de estas líneas.
A veces cuando te enteras de un fallecimiento, no sabes quién es porque la conoces cariñosamente por un nombre, pero cuando ves los comentarios de la gente en redes sociales, estás ante alguien que dejó huella.
Hoy, días después del final indeseado, estamos seguros que cuando sonriamos, la tendremos presente porque ella nos marcó para siempre. Y estará en cada alumno al que dio clase y en su familia, cómo no. Pues para tantos que ya dejaron sus aulas, recordar a la señorita Merche es volver a ser niño. En aquellos momentos donde con una sonrisa todo se podía conseguir.
Seguramente en sus aulas, habrá crecido esa persona que investigue y contribuya en un futuro que deseamos próximo, a que esa enfermedad no termine antes de tiempo con tantas vidas. Ese día no caerá una lágrima sobre su colegio en Antequera, la señorita Merche conseguirá un arco iris en forma de sonrisa al ver cómo sus alumnos consiguieron ayudar a tantas familias…