viernes 22 noviembre 2024
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Claudia y los libros

“El que tiene imaginación, que pronto saca un mundo de la nada”.
(Gustavo A. Bécquer)

Las paredes estaban llenas de anaqueles y sobre las baldas libros, muchos libros. El lomo de los habitantes de aquella sala era de variados colores y todos lucían títulos atractivos de autores extraordinarios. Aquel montón organizado rezaba como “literatura infantil y juvenil”. Estamos en el ala de la magia de las palabras, de los párrafos traviesos, de las frases fantasmas, de esas historias, que como las de adultos, están llenas de buenos y malos, de brujas y ogros, de mazmorras y palacios encantados con torreones maquiavélicos, de príncipes y princesas, de ogros de un sólo ojo, como el cíclope de Ulises, o de hadas con varitas luminosas. Hay lobos y abuelas muy viejecitas. Un juego de laberintos inexpugnables con puertas secretas y sonrisas de dudosa apariencia, desiertos inmensos y helados, agrestes y desolados páramos perdidos en medio de bosques.
La contadora de cuentos hizo su entrada, nos escondimos, no deseábamos que nos viera, tampoco queríamos molestarla. Colocó a su publico de manera cuidadosa sobre sillitas pequeñas, en cojines mullidos, encima de mantas acolchadas. Sorpresivamente, comprobamos que todo el público lo componían muñecos de peluche. Un oso panda grandullón, un tierno osito de color blanco, una muñeca de trenzas largas y sombrero fucsia, un pingüino con cara de bobo, un pato muy amarillo, un koala dormilón. Estaban todos muy atentos y calladitos. La contadora de cuentos se sentó en la alfombra, cruzó sus piernas y sacó de una mochila que llevaba a la espalda, un libro. Lo abrió por una página encantada. Comenzó a leer con su peculiar lenguaje, con su voz de comunicadora y sus gestos de actriz junior.

Es el día Mundial del Libro, ella es muy peque para saber que es eso, pero cuenta las historias mientras ojea el libro, que resulta grande en sus manos pequeñas. Se rodea de galletas y batido de frutas, de palabras que parecen salidas de un cofre de encantamientos secretos. Sólo ella sabe lo que cuenta en su lenguaje especial, sólo Claudia conoce desde sus dos años, que significan sus relatos llenos de gestos y sonrisas.

Oh, es mi nieta!, reconocí en ese instante en el que todo se volvió luz de libélulas. ¡Feliz Día del Libro!

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