Cuando hoy se habla de recuperar el comercio comarcal, se aboga por un movimiento en el interior de la ciudad que recuerde a aquellos años dorados donde había comercios como los Ramírez en calle Duranes que dedicaban un edificio entero con varias plantas a las diferentes secciones de moda. Además del edificio en sí, su principal baza era la del personal que atendía a los que iban en busca de su atención y solución a lo que demandaban.
Allí, los hermanos Ramírez Galindo fueron referentes junto a un gran equipo de profesionales que ocuparon una época inolvidable. Este pasado viernes, nos dejaba Antonio con 75 años, esa persona atenta que nada más entrar sabía lo que buscábamos, sin estar, conocía el gusto de a quién iba el regalo. Un comerciante auténtico, servicial y entregado a su negocio, su familia y sus clientes, que eran amigos, porque hablar con Antonio era como hablar con un tío, un hermano, un pariente, alguien que lo entendía y lo sabía todo. Siempre con su cortesía y elegancia, con su forma de saber cómo atender a quien acudía a él.
Que su Virgen del Consuelo dé Misericordia a su esposa, María de los Ángeles Gutiérrez Granados; a sus hijos: Pedro José y Antonio. Que su entrega sea siempre recordada por aquel atento y servicial hombre que lo dio todo por su familia y por el comercio de Antequera. Que su recuerdo sea esperanza entre los suyos.
