jueves 21 noviembre 2024

Phubbing

Está claro que las pantallas no son tan malas en la medida que nos acercan a un universo de conocimientos y comunicación interpersonal hasta hace poco impensable. No menos cierto es que a tenor de las publicaciones de expertos,se empiezan a detectar serios problemas en lo referente a la convivencia familiar por el uso poco saludable que se hace de estos dispositivos.

Sin entrar en detalles sobre esa curiosa necesidad de reconocimiento personal y hasta empresarial por conseguir “likes” o de las adicciones online tanto de jóvenes como adultos desde la soledad de una habitación, parece evidente que las relaciones familiares están cambiando drástica e irreversiblemente. Tanto es así que no deja de hablarse de ese neologismo –todavía no reconocido por la RAE– acuñado con el nombre de “Phubbing”.

El origen de este acrónimo nos traslada a un estudio desarrollado en el año 2009, en Australia, donde se empezó a utilizar como combinación de las palabras inglesas, teléfono (phone) e ignorar (snubbing). El término ya se está utilizando en castellano con la palabra “ningufoneo” y hace referencia a la acción de ignorar a la persona o personas que nos acompañan para prestar más atención al teléfono móvil. Lo más grave de todo es que los expertos hablan de que en el caso de los menores, la actitud obedece a ejemplos de imitación de las personas adultas. Podría afirmarse –según indican– que buena parte los progenitores no son conscientes de que los problemas de falta de comunicación, baja autoestima y aislamiento que reprochan a sus propios hijos tienen un origen precisamente en ellos y en su excesiva dependencia al móvil por no saber o no querer comprender el verdadero valor que el teléfono debe tener en su vida adulta.

La solución puede que radique en la ejemplaridad de esos padres, estableciendo unas normas para todos los miembros de la familia a la hora de usar el móvil además del ofrecimiento de alternativas de diversión compartida, todo ello sin olvidar la posibilidad de llevar a cabo formaciones complementarias para atajar este problema que gana protagonismo a diario.

Se llame phubbingo se nombre ningufoneo, creo que no altera el hecho de que cuando se practica, las personas no se cruzan miradas y es ahí, en los ojos,donde radica uno de los signos más inequívoco de la buena comunicación, ya sea en el ámbito social, laboral o familiar.

En este nuevo tiempo en el que cada uno se aísla en su burbuja para interaccionar con el móvil, no dejan de parecer prehistóricas ya aquellas décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo, donde los buenos momentos se compartían en casa, escuchando a los padres y abuelos o jugando con ellos a pesar del poco tiempo que podían ofrecernos por sus múltiples tareas.

Siempre se ha dicho que la base que sustenta la personalidad parte del ambiente hogareño de nuestra niñez y si hay algo en lo que coincido con personas de mi generación es en los buenos momentos en torno a los Juegos Reunidos Geyper, nótese el doble significado de la palabra reunidos en cuanto a personas y variedad de propuestas para jugar. Hasta le viene a uno la necesidad de mencionar la figura de aquel emprendedor, tan amigo de mi padre, llamado Román Mejías que parecía tener un pacto con los magos de oriente ya que lo que te gustaba de su tienda con un poco de suerte y buena caligrafía podía llegar a tu casa en la noche de Reyes. Primero con Galerías Infante y más tarde con Bazar Mejías consiguió cargar de ilusiones a aquella generación de niños y niñas de Antequera. Y eso nunca se olvida.

A diferencia de hoy donde hay mucha gente que se siente sola, a pesar de estar todo el día conectada, en aquellos tiempos difíciles las personas se miraban a la cara cuando se hablaba. Tal era su sabiduría.

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