De haber sido más aficionados a los toros en lugar de los aplausos que les trasladan los herederos de la ETA, la bancada socialista hubiera entendido en el argot taurino que Feijóo se alzó con el debate de pitón a pitón y hasta el rabo. ¡Pero no dan para más! El señor Óscar Puente, todo macarra de bolera y nada de señoría, ariete y azote, debería haber sabido como castellano viejo el significado de aquel refrán que dice que la cara es el espejo del alma. Pues sí. En la tribuna su rostro era reflejo de odio, de guerrero, de matón, de todo un vividor, de persona vengativa, de político de cloacas y así salió. ¡No había más que verle! Olvidó el dicho de no ofende quien quiere sino quien puede.
Todo está grabado y todo lo hemos visto. Todos se han pronunciado y cada uno se ha quitado la careta o mejor dicho se ha reafirmado en la que lleva puesta a diario para esconder sus vergüenzas. Sí, las vergüenzas de aplaudir el uso de las lenguas en el Congreso y exigir que en Cataluña el catalán se convierta en la lengua oficial.
Sea como fuere, el debate de investidura pasará a la historia. El presidente en funciones, Sánchez, con su no intervención denostó a los votantes, despreció al candidato y estuvo sentado cabizbajo sin escuchar a los que no alimenta en el pesebre mientras miraba su móvil retroalimentándose –tal vez a través de videos– de gente de su calaña. Le dio tiempo para ver capítulos de series en Netflix. Una absoluta falta de respeto a la monarquía que como institución fue quien propuso a Feijóo a formar el Gobierno.
El PSOE, para desviar la atención, no puso en la tribuna a Patxi López o a cualquiera de esas mujeres empoderadas a las que el presidente utiliza para conseguir los votos. Buscó un importante ariete, de perfil bajo, pero alguien que embarrara el Congreso, que sembrara odio, que hablara como un gañán, como un déspota…Y encontró en el más mediocre para dar un discurso sobre propuestas al más mezquino para golpear con bombas al candidato. Su intervención hubiera valido para cualquier conflicto. Iba en la línea de lo que quieren escuchar los españoles: basura de verbo, dardos cargados de odio y cero propuestas. ¡Ya vendrán otros! Lo consiguió, pero mayor y mejor fue la respuesta.
Las réplicas que fue dando el candidato gallego demostraron la solidez de una persona de Estado, de un gobernante solvente, de un hombre serio, con propuestas para todos y dejando bien claro que los de EH BILDU no entran su juego. Ésa fue la diferencia de un candidato ganador y con propuestas aun Sánchez, tipo listo donde los haya, pero que menosprecia las instituciones, pulveriza el castellano y entrega el gobierno de España a un prófugo de la justicia.
Sánchez se refugió, se reía, se mofaba de cuanto decía el candidato porque sabía que su designado llevaba una enorme munición que iba a distraer la atención de la bancada para no pensar en el término amnistía a pesar de la federalización a la que está conduciendo España.
¿Qué hubiera pasado si el lenguaje de Alberto Núñez Feijoo se hubiera movido en las formas de Oscar Puente recordando el escándalo de los Eres y el gasto con tarjetas en prostíbulos por personajes del PSOE? Pues eso, no va con él ni con el partido. Aún, además de tíos y tías, sigue habiendo caballeros y señoras que no necesitan enseñar los senos para reclamar igualdad.
Sánchez se convertirá en presidente con los votos de separatistas, de los herederos de ETA, de los prófugos, de los que suman luego de haber quemado a los que no les interesan… Vendida y expoliada España, lo próximo será el hablar catalán de forma obligada; de lo contrario nos podrá cobrar un peaje. Todo está ya por ver, pero vamos camino de una enorme Comedia. Una Comedia que él dice desarrolla en el marco de la Constitución a la que viola cada vez que quiere porque los mismos españoles la desconocen luego de la prostitución a la que él y su partido la quieren someter.