Este martes 31 de octubre recibíamos la triste noticia del fallecimiento de don Rafael de Talavera Quirós, destacado personaje antequerano, heredero de una familia con raíces en el siglo XVI, relacionados con escribanos y notarios. Medalla de Oro de la Jarra de Azucenas en 2017, dedicó gran parte de su vida a la investigación de la genealogía.
Hijo de Ricardo de Talavera Gómez y Matilde Quirós Gómez, nació el 17 de mayo de 1927 en Antequera, en la casa número 4 de la calle Talavera. Realizó sus estudios de primera enseñanza en el colegio dirigido por José Villalobos Gallegos en calle Cantareros. Luego Bachillerato en el Instituto “Pedro Espinosa” y, tras superar el examen de Estado en 1945, cursó la carrera de Derecho en la Universidad de Granada, con nota de sobresaliente el examen de Licenciatura en junio de 1950.
Rafael de Talavera Quirós contrajo matrimonio en Antequera el 8 de diciembre de 1962 con María Pilar Ruiz Fortuño, con quien tuvo tres hijos: María Pilar, Carlos María y María Matilde de Talavera Ruiz.
En oposiciones a Interventor de Fondos de Administración Local, obtuvo en ellas una de las primeras plazas. Empezó en el Ayuntamiento de Estepona donde estuvo hasta 1963, y a partir de esa fecha en Marbella como Interventor General del mismo, hasta su jubilación en 1991.
En su labor investigadora, están los títulos: “Documentación Familiar” en tres volúmenes, (1999); “Cuadros de Familias Antequeranas” (2000); el trabajo titulado “La Familia de Talavera” (2006) y su último trabajo titulado “Familias Antequeranas” confeccionado inicialmente en el año 2005, con ampliaciones hasta su redacción definitiva en 2016.
A su padre le dedicó el estudio “Poesías. Ricardo de Talavera Gómez (1896-1957)”. Fue nombrado Socio Honorífico del Círculo de Estudios Genealógicos Familiares de Madrid el 27 de noviembre de 1997. Fue designado Académico en su sección de Ciencias de la Real Academia de Nobles Artes de Antequera en 2009, perteneciendo a ella desde su refundación.
Rafael de Talavera fue íntimo de don Juan Manuel Moreno, formando parte de esa generación del sepia que supo mantener vivo el amor a la ciudad y a sus raíces. Su labor investigadora permite conocer las ramas familiares de muchas personas que forman parte de nuestra historia.
En el año de la entrega de la Medalla de Oro, compartía que sentía pasión por todo lo que le dejó su padre, empezando a investigar en su pasado familiar. Pero tanto le apasionó que “me ocupé del estudio de otras muchas familias antequeranas de las que existía abundante información en el Archivo, suficiente para hacer un estudio aproximado de la evolución en nuestra ciudad”.
Se nos va un catedrático que nos deja el legado de la genealogía de nuestros ancestros. Y su pasión queda en su mujer, sus hijos y nietos. Adiós a un gran personaje de bandera de Antequera.
