La Iglesia de Antequera pierde a una de las grandes mujeres de base, comprometida con su fe como baluarte de su familia. Se trata de doña Socorro del Río Martín, viuda que fue del recordado don Antonio Bracho Rubio, con quien formó una familia muy querida y apreciada en la ciudad. Se nos fue a los 88 años el sábado 27 de julio.
En unos tiempos donde vivimos en un nuevo barroco artístico en las cofradías y en la vida misma, a veces y cada vez con más frecuencia, se nos olvida la esencia, la fe comprometida como la que ella formó con su marido desde el movimiento de Acción Católica. Cuando se tenía poco y lo poco que se tenía era el amor, Socorrita creció junto a su marido, siendo uno de los pilares fundamentales de la Parroquia de San Pedro y de la Cofradía del Consuelo. Tuvieron cuatro hijos: Coqui, Antonio, Rosa Mari y Visi, quienes le regalaron la bendición de su nueva pasión, sus nietos: José Manuel, Macarena, Miguel Ángel y Javier. Y como regalo extra, la bisnieta Cloe.
Socorrita, como buena cristiana, no estuvo en primera fila, estaba donde se le precisaba: cosiendo túnicas, dando catequesis, elaborando vestidos y vistiendo a la Virgen de la que fue camarera, o participando activamente de la vida de MIES, Misioneros de la Esperanza. Mujer de misa diaria por convicciones propias, siempre tenía un momento para quien lo necesitara. Cuando en septiembre de 2015, San Pedro vino a por su marido, le tocó llevar el peso total de su familia: los domingos, la Navidad, los Jueves Santos, las fecha de la familia intocables.
Con el peso de los años, los recuerdos los fue almacenando en su corazón, donde siempre brotaba Consuelo y Misericordia… y Amor, del que derrochaba a raudales. Siempre rodeada de su familia, Socorrita fue dejando el testigo de su vida. Quienes estuvieron en la celebración religiosa de despedida el domingo en San Pedro, sentirían cómo la misma Virgen bajó del Cielo para pedirle que subiera con Ella para ayudar a San Pedro, porque el bueno de Antonio ya no podía esperarla más. Y allí, entre los misterios del templo, cantó hasta tres veces un gallo para recordarnos los símbolos de la Pasión en nuestra vida y en la de personas tan grandes como Socorrita que deja la huella de la apreciada fe que compartía. Que su familia y amigos cofrades, encuentren Consuelo en las caídas de la vida y Misericordia en los momentos de duda. San Pedro, ya tiene una nueva ayudante y es antequerana.