Antonio Fernández López deja la ciudad en la que ha estado destinado 12 años entre San Sebastián y El Carmen con el Arciprestazgo como encomienda del Obispo. Nació en Málaga el 4 de marzo de 1959 y se ordenó sacerdote el 15 de octubre de 1987.
Frente a nuestra Redacción ha estado estos doce años y le preguntamos cómo reaccionan cuando le . “Nosotros sabemos ciertamente que estamos de paso. Lo que pasa es que yo me he hecho muy antequerano”.
Le recordamos aquel Miércoles Santo con el recientemente fallecido Felipe Reina. ¿Llegó a pensar que le destinarían a Antequera? “Conocía a Manolo García de la Vega de la época de José Ferrari en Santiago. En alguna ocasión le dije que no me importaría venirme a San Sebastián”.
¿Cómo fuerron sus inicios? “Venía con un poco de incertidumbre, no es miedo, pero sí estar ante lo desconocido, lo nuevo… Quiero recordar que dije en una oración inicial: “Antequera, déjame que te quiera”. Pero no sólo te he querido… sino que he sentido cómo me ha querido la ciudad”.
¿Qué pensaba al ver que pasaban los años y seguía aquí? “Yo sabía que me estaba pasando de tiempo y que en cualquier tiempo podía sonar la campana y así ha sido. La misión es la misma, somos distintos, pero hoy me toca aquí y mañana allí, pero he descubierto la Antequera profunda, su gente, su patrimonio”.
¿Qué tiene Antequera? “Yo he insistido que no perdamos la esencia de nuestra identidad que es maravillosa. Tenemos una joya de patrimonio que es para tenerlo mimado. Eso, aún teniendo imágenes muy buenas, en Málaga no lo hay porque se destruyeron en la guerra”.
¿Quizá no somos conscientes de lo que tenemos? “Creo que estáis acostumbrado a tenerlo, pero no perdáis vuestras señas de identidad”. Que son… “Las señas de identidad de Antequera son esos tronos de carrete, esas peanas, esos palios despejados sin candelería y puedes ver perfectamente a la Virgen”.
Algo que se ha destacado en la reciente Magna. “Supuso un antes y un después. Cada cofradía de Pasión y Gloria mostraron lo mejor de sí mismas. Como siempre digo y repito, tenía claro que si había que hacer una Magna era en torno a la Patrona como una Madre que quiere tener a sus hijos reunidos en torno a Ella”.
Un sacerdote cofrade… “A mí me gustan las cofradías, no lo voy a negar, pero siempre tuve una máxima de oro: para estar trabajando con las cofradías, hay que quererlas y que sientan que se las quiera y a partir de ahí empezar a trabajar. Cierto es que las cofradías son muy poliédricas, es muy variado en un campo muy amplio con intereses que se entrecruzan”.
El problema que se habla más de lo que no es una cofradía de lo que debe ser. “Estar con ellas, conlleva tener un temple para limar tensiones, competencia que hay conflictos cuando se deja de mirar a los sagrados titulares y se mira al ombligo”.
Se echarán en falta sus homilías, como aquella de Cuaresma en la que pedía como penitencia no usar los grupos de whatsapp para criticar. “Los grupos de cofrades hacen mucho daño, se debería de tener mucho cuidado, es muy fácil de descalificar al otro gratuitamente”.
¿Qué se lleva de Antequera? “Hay que tener en cuenta por dónde vas, donde te encuentras a gente creyente, la fe de mucha gente de Antequera que me ha aportado, me ha apoyado mucho en muchos momentos. En el confinamiento, que lo paso aquí solo… en plenas Navidades pasé el COVID. A mí no me faltó comida, me la dejaban ahí en la puerta”.
Se va y dejará su banco… “El banco ha sido mucho banco. Era ponerte a tiro para un encuentro que no surge a la primera. Había que saber esperar el momento del otro… Han pasado muchas situaciones, incluso he confesado ahí”.
Su último consejo: “Seamos fieles al ser cristianos, que es ser seguidores de Cristo, escuchando su Palabra y participando del pan de vida que es la Eucaristía”.