miércoles 14 mayo 2025
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El Museo de Antequera incorpora un «Goya», fechado en la primera época del pintor aragonés

A los Mohedano, Correa, Fernández y Toral, el Museo de Antequera (MVCA) está incorporando pintores de renombre internacional, el último de ellos, Francisco José de Goya y Lucientes (1746-1828) que se suma a la Colección Delgado que ha exhibe obras de Murillo, Velázquez, Juan de Pareja o Carducho.

Ha sido presentado este miércoles a mediodía en la galería del MVCA junto al resto de obras de la colección de Adolfo Ferrín quien desde junio del pasado año, cede para su exposición, obras de Velázquez, Murillo, Valdés Leal, Jacques Bellange, Alonso Cano, Carducho, Herrera ‘el Viejo’, entre otros artistas.

Han hablado de este cuadro, el alcalde Manuel Barón; el director del Museo, José Escalante; José María Palencia Cerezo, exdirector del Museo Bellas Artes de Córdoba; y el restaurador Rafael Romero Asenjo.

El propio alcalde Manuel Barón exponía a la Prensa: «Bienvenidos al MVCA, el Museo de la Ciudad de Antequera, el Museo Municipal, el museo antequerano, el cual nos convoca hoy a través de su delegada, la concejal teniente de alcalde y portavoz municipal, mi compañera Ana Cebrián, junto con el concejal de Cultura, José Medina Galeote, y por supuesto, por el director del Museo, José Escalante, y las personas que han hecho posible esto, capitaneadas por nuestro buen amigo Adolfo Ferrín».

Tras la internacionalización del Museo con la Colección Delgado, «hoy quien nos convoca es don Francisco de Goya, el pintor, maestro universal, aragonés y español, que vive y nace entre los siglos XVIII y XIX y que forma una de las salas de la pinacoteca nacional más importante que es el Museo del Prado».

«Tenemos la oportunidad de traerlo, de verlo y de palparlo, que conviva con nosotros en Antequera en una obra maravillosa en «San Joaquín» que vamos a poder deleitarnos los antequeranos y los turistas del Museo». «Yo no tengo palabras de agradecimiento para todos los que hacéis posible este hecho, de verdad, porque es un lujo para el museo».

El «Museo de Antequera quiere ser eso, lo que está haciendo ahora, lo que está haciendo hoy. Una… un edificio donde se muestren obras… Uno de los principales pintores de España, también del mundo y a través de los siglos. Por tanto, estoy muy feliz, estoy muy contento».

Barón presume de ciudad que «no es Madrid, ni es Sevilla, ni es Málaga, ni es Valencia, ni es Bilbao, pero éste es el Museo que queríamos, y sirve de reclamo para para los amantes más genuinos del arte del arte español internacional, en este caso español».

Por su parte, el director del Museo, José Escalante, destaca «la importancia que tiene este pacto con este coleccionista extraordinario que es Adolfo Ferrín y su apuesta por lo que es la ciudad de Antequera que nos permite tener una colección de primer orden». A los 38 cuadros iniciales, hoy se le suma «una aportación yo creo que muy significativa que es una obra de Goya».

«Hemos notado mucho el aumento de visitas a partir de tener aquí establecida esta colección, que ya adelanto que dentro de muy pocas semanas va a venir tres obras más que van a completar a lo mejor este ciclo de finales del siglo XVIII, principio del XIX y va a dar un poco más de coherencia a lo que es la obra de Francisco de Goya». En Semana Santa hubo días con 500 visitantes al día, algo inusual.

Un «Goya» de su época joven tras regresar de Roma

José María Palencia Cerezo, miembro de la Real Academia de Córdoba y exdirector del Museo Bellas Artes de Córdoba, expone que «es una obra que su propietario la adquiere de una colección privada francesa, donde se encontraba, sin revalorizar, como anónima». Es al restaurarla cuando «hemos llegado a la conclusión de que es una obra que se puede adjudicar perfectamente a la producción de Goya cuando está en Zaragoza, después de haber pasado por Italia».

Lo hace tras su intervención en el Pilar de Zaragoza en 1772 en su época más joven y «utiliza unas medias tintas que todavía no son neoclásicas, pero que demuestran su trabajo y su aprendizaje de Velázquez y de los Bayeu». En este sentido, «esta pieza es muy asimilable a la producción que hace en ese momento en la Cartuja y pensamos que es indiscutible, aunque no existen documentos, que es una obra residual que él hace en este momento».

Puso ser «para algún oratorio de tipo privado que debería de estar acompañada de una Santa Ana, como es clásico representar al padre de la Virgen, pero no se ha encontrado todavía esa pieza que pueda complementarla».

La restauración de una obra intacta

Para el restaurador Rafael Romero Asenjo, de un estudio madrileño especializado, donde «hemos hecho todos los estudios técnicos sobre la obra». Destaca que «es importante señalar que la la obra se encontraba en un estado prácticamente intacto. No tenía repintes, salvo en los bordes, que eran mínimos, prácticamente intacta desde que la obra se pintó».

Se encontraba en su bastidor original y tras hacer el estudio analítico «con el fin de poder comparar todos los aspectos técnicos con lo que con lo que conocemos de la obra de Goya, sobre todo en estos momentos tempranos en Zaragoza».

Los resultados, «nos dieron una coincidencia total con las obras que existen, publicadas y estudios técnicos publicados sobre Goya en esta época. Sobre todo en temas de preparación, coloración de la preparación, los pigmentos utilizados, la manera, la pincelada era muy revelador porque vinculaba totalmente a la obra con lo que es Goya en los momentos más tempranos de juventud».

La obra estaba muy sucia y tenía muchas capas de barniz y «cuando pudimos apreciar perfectamente los matices y la técnica del maestro».

Tras las preguntas, ambos técnicos expusieron que «el propietario la adquiere procedente de otra colección recientemente». Se supone que procede de algún retablo en Zaragoza o sus alrededores. «Pudo salir, seguramente, con la invasión napoleónica, y se ha recuperado para el patrimonio en España».

Tiene una característica muy peculiar, «que es que deja en muchos sitios vista la preparación roja. Él juega durante toda su vida hasta el final de su carrera con el color de la preparación. Es un color rojizo, utilizándola como un color más de la obra. Esto es una cosa que deriva de Velázquez, pero que Goya utilizó toda la vida, y en esta obra se aprecia perfectamente en todos los contornos de la figura».

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