Ni la invocación de Rajoy al Todopoderoso, que tanto bien le haría según Zapatero, para tener criterio en un plan estratégico razonado y juicioso, ni las broncas y abucheos que Aena dirige al ministro Blanco, son capaces de olvidar un solo instante el tema de los eres en Andalucía. Pero esto que es un grave problema, amén de una falta de justicia social por el destino que tenía esas cifras astronómicas, parece, según la portavoz de la junta que nunca Hacienda pudo detectar que se hiciera de él un uso fraudulento.
Me pregunto si hay dos Haciendas. Las de los unos y la de los otros. La que nos saca hasta la última perra en impuestos, sucesiones, y ecéteras y la que oculta o no quiere enterarse de los trapicheos que se cuecen alrededor de los políticos. Y mientras, los normales tratamos de disimular que no ignoramos la mitad de lo que ocurre. Consentimos en apariencia que nos tragamos lo que se nos cuenta y corremos un tupido velo a los dimes y diretes de los dos grandes partidos en sus enfrentamientos.
Dentro de poco tiempo tenemos la oportunidad de dar respuesta a tanto atropello e intolerancia con la que se nos trata de las altas esferas. Es demasiado el intervencionismo que estamos sufriendo. Me pregunto si la libertad personal se verá afectada con tantas prohibiciones e imposiciones, y al mismo tiempo reconozco que un poco de envidia corre por mis venas cuando veo la impunidad y soberbia con la que se pasean los políticos, exigiéndonos el voto. Nadie habla de limpieza democrática, no es posible cuando está en juego el sueldazo y las ventajas del cargo. Hasta los toros se ven desde la barrera gratis y eso que se está en contra de corridas para no perder el voto de los defensores de animales. Pues griten todo lo que quieran, y repartan rosas y sonrisas a diestro y siniestro, pero deben saber que no los creemos.