Corre por la red un mensaje para los políticos acerca de sus gastos de representación, ya que éstos han decidido con mejor o peor criterio, que los ciudadanos corrientes, molientes, pacientes y algo lelos como venimos demostrando, vean una factura bien detallada de lo que su salud precisa. No estaría nada mal que le devolviéramos algunas de las ideas que aplican con los demás, pero para ellos se les ha olvidado.
Pondríamos por ejemplo… acaba de hacer su entrada en los toros don fulano nacional, que ocupa un sitio en barrera, el más caro de los ofertados por la empresa, pero tratándose de quién es, asiste de balde para él y toda su camarilla… porque eso de desvivirse por el País… A la salida una copiosa cena con los mejores caldos, se entienda o no de ellos, y de postre la factura en la mesa de lo que nos ha costado el ocio de los que tanto miran por nosotros.
Si añadimos que en los días siguientes tiene que hacer varios viajes, tanto al territorio nacional como extranjero, la factura que debía ser leída por los altavoces, para que los viajeros que les acompañan en clase turista, entienda bien que tienen que pagar la preferente para el susodicho…es que es político. Al mismo tiempo, don zutano autonómico, hace viajes en el ave por toda la geografía casi a diario, se tiene que entrevistar con otros líderes regionales, para resolver no se sabe qué, y, claro está, acompañado de asesores de todo tipo, el de imagen incluido, que parece ser que es el único que trabaja. En cada llegada un grupo de periodistas le pregunta sobre el gasto que acaba de ocasionar a la maltrecha economía de su país. Hay que sumar que don perengano provincial tiene el coche oficial como propio, no tiene que llevarlo a repostar, ni a las revisiones que cuestan un pastón ya que se trata de un artículo de lujo al que le han instalado un mecanismo que cada vez que se pone en funcionamiento va detallando el gasto de consumo, de uso, de tiempo…y así sigue la escala hasta el último de los talentos que nos representan. Todos con sus facturas.
No habría necesidad de reducirlos en un treinta por ciento como se está pensando. Se irían bastantes más, porque además sería demasiado vulgar que un político que se ha creído tan importante para sí mismo, se ponga a hacer cola para pagar.