Decenas de playas y pequeñas calas de aguas cristalinas. 320 días de sol al año. Y una temperatura media anual de 20 grados. Éstas son las credenciales de la Costa Tropical, los 73 kilómetros de litoral de la provincia de Granada. Su nombre se debe a la excepcional bonanza del clima durante todas las estaciones del año, que le permitió hace dos siglos convertirse en el único lugar de Europa donde se cultivan frutos subtropicales como el mango, la chirimoya y el aguacate. Nombres que evocan sabores y lugares exóticos y que, sin embargo, son propios de uno de los rincones más privilegiados de Andalucía.
Diecinueve municipios componen el ‘Trópico de Europa’, una costa con una extraordinaria personalidad que, además de por su clima y sus playas, destaca por sus acantilados, su historia y monumentos, los paisajes de interior y una suculenta gastronomía.
Fundado por los fenicios unos mil años antes de Cristo con el nombre de Sexi, Almuñécar es un lugar cargado de historia que conserva restos de una fábrica romana de salazones, cinco tramos de acueducto y un castillo árabe. El principal centro turístico de la Costa Tropical acoge también un acuario con especies autóctonas y, en verano, un magnífico festival de jazz.
Motril es la mayor población de la provincia tras Granada. Desde sus playas, los bañistas disfrutan de un hecho insólito y paradójico: contemplar las blancas cumbres de Sierra Nevada mientras nadan en el cálido Mediterráneo. Entre sus monumentos destacan la Iglesia Mayor de la Encarnación y el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza. De visita obligada es el Museo Preindustrial de la Caña de Azúcar, que rememora los siglos dorados en que Motril fue uno de los principales productores mundiales del dulce condimento.
Salobreña se convierte en la imaginación del visitante en una gran montaña de terrones de azúcar. Sus pequeñas casas blancas y cúbicas se arremolinan frente al mar, alrededor de una colina coronada por un monumental castillo árabe. Desde la cima se pueden contemplar, en un solo golpe de vista, deliciosas panorámicas sobre el casco histórico magníficamente conservado, el mar y una fértil vega.
Junto a las playas de estas localidades existen infinidad de pequeñas y tranquilas calas situadas en Albuñol, Castell de Ferro-Gualchos y La Mamola-Polopos. Cerca se encuentran los municipios de Albondón, Ítrabo, Jete, Lentejí, Los Guájares, Lújar, Molvízar, Murtas, Otívar, Rubite, Sorvilán y Turón, rodeados de una exuberante naturaleza, y Vélez de Benaudalla, que conserva un frondoso jardín de la época nazarí.
Además de mar y cultura, la Costa Tropical ofrece infinidad de posibilidades, como la práctica del golf, el parapente, el senderismo en los pueblos situados tierra adentro, el submarinismo en los ricos fondos de Cerro Gordo y los deportes náuticos, que tienen su centro en el puerto deportivo de Marina del Este (Almuñécar) y en el Club Náutico de Motril.
Gastronomía de sal y sol
· El Mediterráneo surte las mesas de la Costa Tropical con excelentes pescados y mariscos. El producto estrella es sin duda la quisquilla, espléndida cocida o con un leve golpe de plancha. Suculentas son también las cigalas cocinadas de la misma forma, los pescados de roca, las brótolas, las pescadillas y todos los aptos para fritura que puede acompañarse con unas migas de sémola. Mención especial merecen las sardinas en ‘espeto’, ensartadas en una caña y asadas sobre leña en barcas varadas en los chiringuitos de todo el litoral. Con esta misma técnica se preparan el pulpo, las gambas y otros peces de mayor tamaño. Fijas también en las cartas de los restaurantes son las ‘espichás’, boquerones secados al sol que se sirven fritos con huevos y ajos.