Terminó el noveno aniversario como Patrimonio Mundial del Sitio de los Dólmenes de Antequera. Ha sido un fin de semana donde la gente, de aquí, de allí y de fuera, han salido a la calle para recorrer andando ese corredor mágico entre la Plaza de Toros y Santa María.
Han sido dos jornadas donde las familias y los jóvenes han tenido dónde divertirse. En la Plaza Castilla, jugando como en sus sueños, de noche, con luces de neón, convirtiéndose en jugadores de la NBA, emulando a su familiar que tanto le habla del basket. Y qué decir del Coso Viejo, un lugar donde los más pequeños, que aún no conocen la nieve física, saltaban como enanos para coger esos copos mágicos que se quedaban sobre su cabeza, cuerpo y manos. ¡Qué alegría irradiaban!
Fue el lugar más sencillo de todos, pero el más entrañable. Cuando la aurora boreal así lo establecía, los copos se convertían en chorros, fusionados por los haces de luz que silueteaban la plaza a oscuras, con el Palacio de Nájera, el antiguo convento de las Catalinas o el Infante don Fernando durmiente para la ocasión.
Mientras, las terrazas llenas, las de comida, bebida o heladerías, nos confirman que es de los fines de semana con más trabajo, incluso superando a un día de Semana Santa o de la Real Feria de Agosto. Es nuestro fin de semana especial, único, el del aniversario de la UNESCO.
Y calles arriba y cuestas abajo, luces que marcaban el caminar entre los emplazamientos. Expectación por ver la «película» de este año en Santa María. El vídeomapeo, sólo faltaban las palomitas. Emoción con la cuenta atrás y aplausos a su término como en las tardes soñadas del Cine Torcal o del Ideal Cinema. ¡Quién nos las recuerda! Los más pequeños, obviamente.
Desde el gran King Kong, al dragón, el avión o el barco que recorrían el mundo y su historia en busca del gran tesoro escondido en el Dolmen de Menga de Antequera.
Y la batucada brasileña que sube y baja la calle Infante don Fernando, desde las Cuatro Esquinas hasta la Plaza de San Sebastián. Allí sube a un escenario con el gran nombre de ANTEQUERA en una gran guirnalda de luces, otro de los reclamos para inmortalizar el momento con una fotografía.
¿Luces de velas en iglesias? en San Juan de Dios. Este año sin tanto calor, fue más amena la visita. El paisano que explica su historia, sus leyendas, sus misterios. Y largas colas para entrar en el Ayuntamiento. Allí, un karateca y una geisha nos evoca la cultura nipona. Y entre espera, la búsqueda de las pulseras de colores luminosas. ¡Qué color han dado al inicio de las vigilias en casa!
Y terminamos en la Plaza de Toros, donde el albero del coso evoca las arenas del desierto con sus peligros del Antiguo Egipto. Se cuenta con una gran pirámide con proyección láser y videomapeo sobre el suelo que recrea la pirámide de Tutankamon y sus laberínticos pasadizos. Los visitantes pueden recorrer e intentar llegar hasta el tesoro del faraón. Para ello habrá que superar los peligros de movimientos de muros, trampas y los temidos escorpiones del faraón.
Y sin esperarlo, una atracción no anunciada: la Puerta de Estepa que cambiaba de color e invitaba a fotografiarse ante ella. Son los rincones que la ciudad te muestra cuando menos te lo esperas. Y termina el fin de semana, que ha sido como esa pulsera, que sólo falta agitarla como a la imaginación, para que cobre vida con luz de neón, y nos deje un recuerdo que no olvidaremos.
Luego están los gustos, que son como los colores. Hay años que nos dejamos llevar por los nuestros, que si están mejor o peor que el año pasado. Pero estas velas de aniversario las dejamos en la mirada de los menores de nueve años, los que por un fin de semana, dejaron maquinitas, televisión o piscinas, para salir a la calle en busca de la aventura y sentirse protagonista de una sociedad a la que todo le parece mal.
Dejemos que sueñen y crezcan para mejorar nuestro entorno. Este año, nos quedamos con su ilusión al acariciar la nieve en pleno mes de julio y con jugar al baloncesto en la calle de su tierra: Antequera. Y jugar con sus amigos, sus padres, sus hermanos en el lugar por el que pasan con las prisas y carreras de la vida…