Desde días atrás se intensifican las visitas al campo santo de la ciudad, este año marcado por el fuerte viento que arrancó árboles y ramas por la ciudad el domingo 22. Borrasca que ha provocado que el Cementerio de Antequera amaneciera el lunes 23 cubierta de hojas y ramas en su caminos y sobre los panteones.
Ahí están el miércoles 1 y el jueves 2 de noviembre como los días que se recuerdan a los que no vemos, porque su cuerpo ya no está, aunque se recuerdo siempre quedará entre nosotros.
Durante todo el año abre sus puertas de 9 a 14 y de 16 a 18 horas. Estos días no cierra a mediodía y el día 1 abrirá a las 8 de la mañana. El día 2 habrá misa a las 17 horas en la Capilla del Cementerio.
Un edificio que se construyó entre 1787 y 1841. Recordando a José Muñoz Burgos nos apunta en estas páginas en uno de sus reportajes: “Así hasta el 17 de marzo de 1841 no se terminaron las obras del nuevo y actual Cementerio Municipal. Los maestros alarifes Francisco Díaz y Manuel de los Ríos dirigieron los cometidos”.
Y desde entonces se han sucedido ampliaciones, entre el recinto antiguo que se accede con un pórtico presidido por un azulejo de la Virgen de los Remedios, cuyo patio principal se llama de Santa Eufemia, así como los otros tres están bajo las advocaciones de la Virgen de Los Remedios, Santa Teresa y San Francisco. Y el nuevo patio con la puerta final con la Peña de los Enamorados al fondo.
Un campo santo que hoy acoge a 28.776 enterramientos. Hay que tener en cuenta que a los 100 años de enterrarse, si nadie responde por los restos, pasan al osario común y dejan su sitio libre.
Un lugar que suma 7.826 nichos para féretros, 1.370 para restos, 1.171 zanjas de enterramiento, 56 panteones y una fosa común. En cada enterramiento puede haber más de un difunto, sobre todo en las zanjas y panteones, incluso en los nichos donde se suelen unir los restos de matrimonios o familias con el paso de los años.
A pesar de las ampliaciones, hay sólo 51 nichos disponibles, lo que necesitará de más espacios. Como datos de enterramientos, en los últimos 5 años, las estadísticas son. Hasta este lunes 23 de octubre, se han enterrado a 201 personas. En 2022, el total fue de 255 enterramientos. En 2021, 237 inhumaciones. En 2020, 276 entierros. En 2019, 287 y en 2018, 319 sepulturas.
El administrador del Cementerio es Antonio Espinosa Jiménez; y en el grupo de sepultureros o “portitores” se encuentran: Juan Bautista Serrano Vegas, Francisco Ruiz Salas, Juan Reina Vera, Eugenio Fernández Torres y Francisco Clavijo Pineda. Se encargan de mantener el recinto y de las sepulturas.
Un nicho de adulto cuesta 24,40 euros al año y 717,90 por 75 años, que es la nueva perpetuidad. Uno de restos, 14,50 euros al año y 466,70 euros por perpetuidad. Una zanja 30 euros al año y 7.185,80 euros por 75 años. Son las cifras para las personas que descansan en paz, a las que tenemos que recordarlas.
Las incineraciones y las secuelas de la pandemia
Se nota la tendencia de las incineraciones, lo que hace decrecer el uso del Cementerio como lugar para el descanso eterno. Columbarios, hogares o parajes son los nuevos destinos de las cenizas. Como dato estadístico, en los dos últimos meses, el 58 por ciento optó por la inhumación y el 42 por la cremación, aunque hay ya meses que se opta por la segunda opción.
Por otro lado, la pandemia redujo las visitas de familias que viven fuera de la ciudad, aquejadas también por el relevo generacional y no estar ya concentradas las familias en la misma provincia o comunidad autónoma. Entre tanto, pasear por sus calles, es un recuerdo para las personas que nos precedieron, cuyos nombres figuran en nuestros recuerdos. Los jóvenes serán quienes deban saber quiénes fueron cuando nosotros ocupemos ese lugar.