En pleno curso 2019-2020, en el que el Colegio Romero Robledo conmemoraba su centenario, se decretaba una pandemia que ha cambiado todo en este centro educativo de nuestra localidad.
“Hemos vivido unos acontecimientos muy especiales y muy llamativos por las consecuencias que han tenido”, señala su directora Paqui Sánchez, que “antes de todo”, desea “agradecer a las familias, a los profesores, a los niños, conserje, limpiadoras… porque esto ha salido bien gracias al esfuerzo y la colaboración entre todos”.
“Teníamos mucha ilusión con el centenario, y tuvimos la suerte de que pudimos presentar nuestro libro la primera semana de febrero, y nada más comenzar marzo ya quedamos confinados”. Afortunadamente también dio tiempo a hacer “las jornadas de convivencia y de puertas abiertas, quedando pendiente únicamente la última actividad que estaba prevista en el Parque Atalaya con el alumnado y con sus padres”.
En uno de sus retos más importantes desde que el 1 de febrero de 1920 iniciara su andadura el Colegio Público Romero Robledo, se han vivido momentos diferentes que les ha obligado a dar un paso más en esa evolución de este centro educativo que, desde que iniciara su actividad en el edificio de San Luis, forma parte de la historia de la enseñanza en Antequera, apoyado principalmente en el esfuerzo y constancia que profesores y directores han derrochado para que hoy siga siendo una comunidad viva y con ganas de seguir creciendo otros cien años más. La pandemia de la Covid-19 no ha podido impedirlo.
De repente, toca prepararse para una situación nueva con el teletrabajo, para el que “ya veníamos preparando desde hace tiempo, por lo que teníamos cierto dominio adquirido, pero también tuvimos que ponernos al día en aplicaciones como ‘Classroom’, que nos vinieron de sopetón y nos obligaron a autoformarnos”. La colaboración de todo el profesorado, “ayudando también a las familias porque no todo el mundo tenía los medios necesarios”, se consiguió completar el curso más difícil: “Fue asombrosa la capacidad de adaptarse de todo el mundo, cómo se iban ayudando unos a otros para llegar a que los niños pudieran trabajar aportando sus propios medios y recursos”.
No obstante, reconoce que “aunque se pudieron cumplir la mayoría de los objetivos, se quedaron cosas pendientes, más para algunos alumnos que para otros, en función de las condiciones de cada familia”. Pese a todo, “estamos muy satisfechos del esfuerzo de todos, y ciframos el éxito en un 80 por ciento aproximadamente”, insiste Paqui Sánchez.
Para el profesorado “ya no había horarios, simplemente había que ayudar como se pudiera a los alumnos, que necesitaban contacto. Hubo momentos duros, porque los niños requerían respuestas a sus inquietudes y no se podía con todos a la vez, lo que nos generaba cierta tensión”, recuerda.
El verano llegó con la incertidumbre de saber cómo sería el regreso presencial a las aulas: “Nos fuimos de vacaciones entre comillas, porque hubo personas que tuvieron que seguir formándose en ese tiempo porque habían visto que habían terminado con carencias. El inicio del curso, en septiembre, todo seguía siendo formación”, además de preparar el protocolo Covid, “para lo que se creó una comisión formada por personas que conocen el centro al milímetro y saben lo que se puede hacer en un colegio con unas características muy especiales por sus limitaciones de espacio. Lo primero que pensamos fue en hacer un desdoble de todos esos espacios, con turnos y aprovechando nuestro patio de columnas”. Además, incluso “se sacaron muebles a los pasillos para dejar las clases lo más diáfanas posible, y se estableció una entrada escalonada, con el esfuerzo que supone para las familias que tienen niños en diferentes niveles, y para maestros que tenían que llegar antes e irse después”.
Como apoyo “se nos aumentó el equipo docente con un profesor Covid, como le hemos llamado”, que ha sido el encargado “de hacer todas las sustituciones que han hecho falta cuando algún compañero ha tenido alguna dolencia o ha tenido que confinarse por algún contacto con un positivo. Había días que no sabías cuántos profesores te podían faltar y cómo reajustar la plantilla”, señala la directora, quien destaca “la buena voluntad de todos”.
Paqui Sánchez ha compaginado la dirección del colegio con la coordinación Covid, “un trabajo extra porque todos los días había que llamar a las familias para conocer los motivos de las faltas en caso de no haber sido informados, y estar en contacto con los referentes sanitarios”.
Los niños traían la responsabilidad de casa
El día de la vuelta al cole, lo recuerda “con los niños muy nerviosos, porque traían mucha carga de responsabilidad para mantener la distancia de seguridad o no quitarse las mascarillas. Hubo que tranquilizarles, decirles que esto era seguro, y se mantenían expectantes”. En este sentido, destaca “el comportamiento ejemplar que han tenido todos, con mucha higiene, mucho hidrogel”. También “hemos contado con una limpiadora por la mañana que ha sido fundamental”.
Pese a todos estos condicionantes “se ha podido desarrollar el curso, algo por lo que al principio nadie apostábamos”. A modo de anécdota, nos relata que “cuando me decían que cuando llegara el invierno nos íbamos a morir de frío con las ventanas abiertas, yo estaba convencida de que para ese tiempo ya estaríamos de nuevo en nuestra casa”. Afortunadamente, “no ha sido así, y nos hemos tenido que acostumbrar a dar clases prácticamente en la calle, porque veíamos cómo muchas personas se paraban ante las ventanas”, bromea. “Hemos pasado frío a reventar, pero teníamos claro que no íbamos a cerrar las ventanas”, insiste. “Hemos llegado al final de curso con unos resultados para el colegio muy satisfactorios, ya que apenas si hemos tenido casos, solo un par de ellos puntuales”, se congratula: “Al hacer una valoración se compensan todos los esfuerzos que hemos tenido que realizar”.
¿Con todas las medidas que ha habido que adoptar se han agudizado las carencias del colegio? “Se han reorganizado los espacios y se han optimizado los recursos, porque las carencias están ahí y en vez de estar lamentándonos constantemente lo que tenemos que hacer es trabajar con lo que tenemos. Yo diría que lo que hemos hecho ha sido reinventarnos, y el patio de columnas se ha convertido en clases, y hemos tenido que poner radiadores, estufas…”. Pese a todo, destaca que “los niños no se han quejado, han venido forrados de ropa de sus casas e incluso los más mayores con mantitas que se traían”.
La instalaciones de los purificadores por parte del Ayuntamiento “también ha resuelto mucho, y para tranquilidad de las familias por el uso del ozono, se solicitó a la prevención de riesgos laborales de la Delegación de Educación que vinieran para hacer un estudio en el centro, que determinó que los niveles eran los correctos”.
La información también ha sido un aspecto muy destacado, “para lo que en septiembre creamos lo que llamamos el equipo de promoción de la salud compuesto por todos los padres y madres delegados de los cursos, el equipo directivo y parte del profesorado”. Así, se mantuvieron reuniones periódicas “en las que nos transmitían sus inquietudes y nosotros intentábamos darle respuesta. Esto nos ha unido a todos mucho más con un mismo objetivo: los niños”.
Los referentes sanitarios han realizado una gran labor
La gestión de los referentes sanitarios la califica de “muy buena, porque en el momento en que teníamos cualquier caso nos poníamos en contacto con ellos y nos daban actuaciones concretas; se ponían en contacto con las familias y daban las soluciones. Yo los considero tan importantes que creo que estos referentes sanitarios deberían seguir existiendo a lo largo de los próximos cursos, no ya solo por el tema Covid, sino para casos muy diferentes en los que podríamos ayudarnos, como también en las vacunaciones”. Resalta “el trabajo de todas estas personas, que te atendían siempre y han aportado mucha tranquilidad”.
“Entre todos se ha hecho un trabajo fenómeno”, sentencia. ¿Pero podríamos decir que ha sido un curso normal? “No, no, no, para nada. Desde el momento en que hemos tenido que hacer una entrada escalonada no ha sido un curso normal; que se tarde media hora en que entren 225 alumnos supone un sobre esfuerzo para todos”. El uso de las mascarillas y la necesidad de mantener la distancia de seguridad “ha condicionado mucho realizar actividades colaborativas, que tanto le gustan a los niños”.
Con todo, “ha habido tiempo a realizar actividades especiales en fechas señaladas, con la única particularidad de que los padres no han podido entrar al colegio”. Además, “hemos querido contar con el respaldo de las familias para hacer un proyecto de patrimonio antequerano; y ya que no podíamos salir a la calle para conocer esos rincones que tiene la ciudad, fueron con sus padres a hacer esas rutas y mandarnos fotos con las que hemos hecho montajes que los hemos difundido y los tenemos en la página web”.
A pesar de todos los esfuerzos, Paqui Sánchez considera que “la pandemia ha pasado factura psicológica a algunos alumnos, sobre todo a los más pequeños, porque aunque ellos se acostumbran pronto a cualquier circunstancia, a algunos les ha costado mucho y se han visto tristes, más que nada porque en su casa han visto unas situaciones más tensionales, sobre todo en familias que tenían que trabajar y que tenían miedo a contagiarse. El Covid ha sido su máxima preocupación, y así se reflejaba cada vez que se les proponía un trabajo”.
“Al profesorado lo he visto agotado, porque además de la carga con los niños y la escuela hemos tenido mucha burocracia, y ha habido momentos en los que nos hemos visto desbordados”. El claustro ha optado “por realizar todas las reuniones sin alumnos de forma telemática, y lo que en condiciones habituales habría durado un par de horas nos ha obligado a estar toda la tarde, y a levantar actas y más actas”.
Preparados para retomar la normalidad de cara al próximo curso 2021-2022
El repunte en la incidencia en las últimas semanas de mayo y las primeras de junio era algo que, para Paqui Sánchez “se veía venir, aunque aquí en el colegio no por ser de Primaria. Pero la gente joven tenía muchas ganas de fiesta, estaban ya muy cansados, y en cuanto se habló de graduación estaban deseando salir”. Incluso en el caso del Romero Robledo, “los niños de Sexto no entienden por qué ellos no pueden tener una graduación como todos los años, y lo tienen que hacer de forma interna”.
Este fin de curso ha coincidido, además, con la incertidumbre para los profesores de no saber si aplicarse la segunda dosis de la vacuna con Astra Zeneca o Pfizer. “Nosotros lo teníamos muy claro, nosotros apostábamos por Astra Zeneca; la mayoría no éramos partidarios de cambiar”. Lo que está claro es que el próximo curso se comenzará con toda la comunidad inmunizada, “lo que nos aporta tranquilidad y nos permite comenzar a realizar actividades presenciales con los padres, sobre todo con los de los alumnos que se incorporan, que de este modo pueden conocer el colegio donde van a estudiar sus hijos”.
De momento, “no hay ninguna referencia de cómo será el curso 2021-2022, simplemente se escucha que continuarán las mascarillas, pero entiendo que todo irá tendiendo a la normalidad. De todas formas, estamos preparados para cualquier situación que se pueda dar”.
Para la directora de este colegio público, “habrá medidas que han llegado para quedarse, y tenemos que aprovechar que hay cosas que son buenas, que a los niños les han ido bien y que deben seguir, como por ejemplo el tema telemático”.
Antes de volver habrá un merecido descanso al que marchan “con la satisfacción de que se ha trabajado unidos, con la satisfacción del trabajo bien hecho, que es algo muy importante. Nos vamos hartos de trabajar, pero los resultados merecen la pena, y si volviéramos que hacerlo de nuevo, lo haríamos igual”, añade: “Aquí nadie se ha quejado de tener que estar más horas de las que marca su jornada, y eso es algo que personalmente me ha maravillado”.
Coincidiendo con las peticiones que periódicamente se realizan desde el AMPA del Colegio Romero Robledo, su directora lamenta que “somos el único de Antequera que no tiene un comedor escolar, y es un servicio que necesitan las familias. El centro lo mantenemos abierto por las tardes con actividades formativas y educativas, pero creo que es necesario seguir apostando por la ampliación del colegio”.
“Tenemos el espacio que tenemos, y evidentemente necesitamos otras cosas como un salón de usos múltiples”. Entre estas reivindicaciones, “lo que hemos solicitado y parece que se va a conseguir para el próximo curso es tener un segundo punto de entrada y salida, porque tenemos una barrera arquitectónica importante nada más entrar con un escalón, y las personas que están impedidas tienen problemas para acceder al centro”.
La solución pasa por darle utilidad a su solar anexo, “en un primer paso por el que hay que seguir luchando porque la ampliación es necesaria”. “Salvo en tres años, donde la ratio ha descendido mucho, tenemos prácticamente todas las aulas a 25 alumnos, e incluso con lista de espera, por lo que es un colegio con futuro”, manifiesta la directora del Colegio Romero Robledo.
De cara al futuro más inmediato, considera que “si este año han salido las cosas bien, el año próximo tienen que salir mejor, y eso significará que haya más contacto interpersonal entre los propios niños, que puedan compartir más cosas, que puedan entrar las familias para realizar actividades conjuntas…”.
A modo de conclusión, “a mí me gusta terminar todo con alguna frase ejemplar, como la que les dije a los niños de Sexto y que digo con bastante frecuencia, y es que las dificultades preparan a las personas comunes para un destino extraordinario, y que la lucha vamos a ver sus resultados, y esos resultados seguro que siempre van a ser positivos”. Paqui Sánchez responde directamente a lo que ha sido el curso internamente por la pandemia, con el esfuerzo y colaboración de todos se ha llegado al final del mismo.