Antequera se prepara para unos días festivos donde las tradiciones familiares volverán con villancicos, comidas, regalos, recuerdos y la magia de la ilusión.
La vida es tan complicada como para no disfrutar de ella. Vienen unos días donde la inocencia del Niño, que volverá a nacer entre nosotros, debe reinar. De nosotros dependerá si queremos que sea por unos días o por una nueva forma de sentir y vivir en este mundo que nos ha tocado vivir.
La Navidad será según el villancico que canten y tengan en mente. Pero entre todos podemos vivir una Navidad diferente, sentida desde el corazón de los más pequeños. Puede que se pregunten que el mundo no está para fiestas, pero depende de cómo planteemos nuestro camino hacia Belén.
Hay un villancico que cantaba mi padre tras la Misa del Gallo, sentado frente al Belén de casa y que decía… “Resuenen con alegría los cánticos de mi tierra y viva el Niño de Dios que ha nacido en Nochebuena”. Hasta ahí, lo normal, pero llegaba otro estrofa donde se emocionaba: “La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va y nosotros nos iremos y no volveremos más”. Creía que era por los pastores, pero el tiempo me enseñó que era por quienes hoy están con nosotros y nos dejarán y no volveremos a verles más.
Cierto es que quien ha perdido a un familiar recientemente no tendrá muchas ganas de cantar ni celebrar y estará deseando que llegue el día 7 de enero. Pero en Navidad vuelve a nacer un niño, y sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor y encontrarlo. Será el hijo de la vecina, el sobrino, el nieto, el pequeño que vemos cada mañana camino del colegio, la niña vestida de Virgen, o el hijo, la última bendición de casa.
Va aprendiendo a vivir el día a día y esta semana, lo veíamos correr pasillo arriba y pasillo abajo, cantando algo que no entendíamos. Fue cuando su hermana puso un vídeo de un villancico y el pequeño se puso loco. Ese ese que dice… “Tuki tuki tuki tuki tuki tuki tuki tu…”. ¿Lo conocen verdad? Es el burrito sabanero, ese himno que hace enloquecer a los más pequeños.
Ahí surge la magia de la Navidad, en la inocencia de los más pequeños, en ese Niño que nace cada 24 de Diciembre. Cada año nos da una oportunidad de recuperar lo que fuimos y de vivir intensamente antes que la vida nos ponga cruces, de lo que ya tendremos tiempo.
El Belén de la vida
Por eso, amable lector, si no lo ha hecho aún, monte un Belén en casa, y si lo tiene ya o va a visitarlos en nuestra ciudad, contemple todas sus figuras. Estará la Anunciación de los pastores, que son esos colegios que han estado las últimas semanas preparando con toda esa pasión inigualable, los Belenes vivientes, los cánticos, las felicitaciones, las actividades navideñas. Esa esencia que luego alumnos y familias han disfrutado en los colegios.
Se encuentran los pastores y agricultores, toda esa gente que forma parte del día a día, que trabaja y se desviven de sol a luna para que todo funcione. Son las familias, las personas, los vecinos, que se reúnen y cantan lo de… “pero mira cómo beben los peces en el río, pero mira cómo beben por ver al Dios nacido, beben y beben y vuelven a beber los peces en el río por ver a Dios nacer”.
A lo lejos, esos Reyes Magos, que vienen de Oriente y sin que nadie lo sepa, saben lo que cada uno necesita en casa: amor, esperanza, fe, ilusión, pero sobre todo, salud. Y necesitan de esos anónimos pajes que hacen posible que lleguen al portal el 5 de enero. Se encontrarán muchas dificultades, pero entre piedra y piedra, unos niños salen al paso y cantan lo de… “recogido tu rebaño ¿a dónde vas, pastorcito? Voy a llevar al portal: requesón, manteca y vino. ¡Belén, campanas de Belén, que los ángeles tocan ¿qué nuevas me traéis?”.
Y entre tanto, San José y la Virgen María. No necesitan nada más que sentir al Niño que tienen dentro y cantarle: “Ay del chiquirritín, chiquirriquitín, metidito entre pajas. Ay del chiquirritín, chiquirriquitín, queridín, queridito del alma…”. Y es cuando los abuelos del portal, reúnen a la familia y la abuela que se atreve y canta lo de: “La Virgen se está peinando entre cortina y cortina. Sus cabellos son de oro y el peine de plata fina…”.
Son los diferentes momentos de un recorrido por un Belén, donde las figuras nos esperan. Sólo tenemos que atrevernos, pararnos, fijarnos en ellas y darles vida con un villancico. Empezábamos tristes con lo que la Navidad nos puede presentar, pero tenemos que dar vida a ese Niño, por lo que terminamos cantando: “El lucerito mañanero ilumina mi sendero. El lucerito mañanero ilumina mi sendero. ¡Si me ven, si me ven voy camino de Belén! ¡ Si me ven, si me ven, voy camino de Belén!”.
Así que: saquen a ese niño que guarda su corazón, busquen a los más pequeños y a los mayores, beban amor y paz, en familia, con los amigos… y cambien el mundo que tienen al lado. Que Madre Carmen, Santa Eufemia y el Niño Jesús les bendigan. ¡Feliz Navidad!