3 de marzo de 2020, se diagnostica oficialmente el primer caso de la COVID-19 en el Hospital Comarcal de Antequera. Días de confusión en toda España hasta que el viernes 13 de marzo se anuncia el confinamiento de la población y tres meses de desconcierto. El 20 de marzo, se certifica la primera defunción en el Hospital.
Aunque no se hizo público el primer positivo hasta el 10 de marzo, por parte del alcalde de la ciudad Manuel Barón, quien mandó un mensaje “de calma y tranquilidad” y seguir los consejos que establecen desde el Área Sanitaria Norte de Málaga del Hospital de Antequera.
Luego, la Junta de Andalucía confirmó el primer caso en Antequera, siguiendo “en la ciudad el mismo protocolo de información que en el resto del país”. Y desde ahí hasta hoy.
Se paralizó toda actividad exterior, con la Semana Santa en puertas. No hubo ni Feria de Primavera, ni Real Feria de Agosto, ni Cabalgata de Reyes. Y en este 2021, seguimos igual, pendientes de la evolución de la pandemia y de la esperada vacunación.
Entre el viernes 13 que se anunció y el domingo 15 de marzo que se hizo oficial, el confinamiento paralizó a la población que no sabía lo que ocurría en los hospitales y residencias, los lugares más dañados por esta situación.
El Gobierno de España, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Antequera comenzaron a anunciar medidas y restricciones. Quedándonos en lo local, el alcalde Manuel Barón emitió su primer bando donde anunciaba: “Se ha establecido una estrategia desde el pasado martes día 10 que ha actuado sobre determinados grupos de riesgo y que se ve ahora culminada con las actuaciones que se activarán a partir de hoy y hasta el levantamiento de las mismas”.
El cierre de los colegios fue la primera gran medida, junto a la actividad no esencial, los primeros consejos de distancia social, uso de mascarilla y el toque de queda. Un plan municipal de emergencia de Servicios Sociales buscó ayudar con alimentos a las familias afectadas y de ayuda a las personas mayores que estaban en casa, promovido por el Ayuntamiento y con la colaboración de la empresa local Serainant.
Las empresas no entendían lo que ocurría y no sabían cómo reaccionar. Empezaron días antes las colas y llenos en supermercados, dejando desabastecidos algunos alimentos por la avalancha de gente. Fueron días de caos hasta que se pudo convivir con las miradas puestas en los familiares.
Sacrificio de no poder ver a los abuelos, dolor por no poder abrazar al ser querido en el día a día. Incredulidad y sufrimiento en los hospitales, donde un duro protocolo prohibía acompañar a una persona por posible contagio, incluso en su muerte y despedida. Y brotes en residencias de mayores como las de San Juan de Dios y Pinofiel, donde entre ambas se pudo lamentar sobre una decena de fallecidos.
Se cumple un año en el que aún no creemos lo que llevamos vivido, que mantenemos la esperanza de la vacuna y la confianza en el personal sanitario y en todas las personas que anónimamente, contribuyen para que el sol salga, a pesar de las restricciones, los contagios y el interrogante de cuándo volveremos a la normalidad. Mientras, las personas mayores y los profesores inician su fase de vacunación.
Un año donde se salió a aplaudir a las 20 horas. Donde pasó el verano y a pesar de las dudas, los colegios comenzaron y siguen abiertos. Continuaremos recordando lo vivido.