lunes 27 enero 2025
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Celebrado en Antequera el X Encuentro de Hermandades del Dulce Nombre

Antequera fue escenario del 17 al 19 de enero del X Congreso Nacional de Hermandades del Dulce Nombre, con ponencias, visitas y una misa presidida por el obispo de Málaga, Jesús Catalá Ibáñez en la que se bendijo la nueva mesa de altar del templo.

El viernes comenzó con la bienvenida del centenar de cofrades de diferentes puntos de España, entre ellos de Ablitas, Alhaurín el Grande, Álora, Alcalá del Río, Archidona, Campillos, Caudete, Estepa, Granada, Jerez de la Frontera, Marchena, Mijas y Sevilla.

El sábado, el Salón de Actos del Museo de la Ciudad acogió las ponencias con oración inicial por parte de Salvador Aguilera López, presbítero de la Archidiócesis Primada de Toledo. Se sucedieron las conferencias: “Sobre la tutela patrimonial del Arte Sacro en Andalucía” por Aurora Villalobos Gómez, “La Consagración de la Basílica del Dulce Nombre de Jesús” por Carlos San Millán, “Entre pleitos y rezos: los casos de traslados de las hermandades del Dulce Nombre de Jesús de Sevilla y Antequera”, por Rafael Guirado Romero y “La forma corporativa adoptada por las diversas confraternidades de Hermandades y Cofradías” por Francisco Domínguez. También hubo una mesa redonda sobre el futuro de los congresos del Dulce Nombre de Jesús y designación de la nueva sede.

Tras el almuerzo, hubo ofrenda floral en los Remedios, recepción en el Ayuntamiento por parte del alcalde Manuel Barón, y entrega de reconocimientos.

Misa presidida por el obispo de Málaga
Por último, a las 20 horas, hubo una misa estacional presidida por el obispo de Málaga, Jesús Catalá, con cena final y el domingo 19, visitas al entorno monumental de la ciudad.
Procesión inicial con el cuerpo de acólitos, el diácono permanente José Fernández, el párroco Serafín Corral, el arcipreste el trinitario Antonio Jiménez, el delegado de Liturgiade Liturgia de la Diócesis Alejandro Pérez Verdugo y cerraba el obispo Jesús Catalá Ibáñez.
En primeras filas, los tenientes de alcalde Elena Melero y Antonio García Mendoza, las concejalas María Enrile y Pilar Ruiz, la presidenta de la Agrupación de Cofradías, Trinidad Calvo, así como la Junta Directiva de la cofradía organizadora y su hermano mayor honorario Antonio Carrasco Muñoz.

Presidía el presbiterio el Dulce Nombre de Jesús, que surgía en un mar de devoción formado por un campo santo de cardos borriqueros como si fuera Viernes Santo y su efigie, deliciosamente adornada con su túnica, cruz de plata, joyas, candelabros y todo detalle. La Virgen de la Paz se alzaba sobre el retablo de la Epístola y el Niño Jesús Perdido en el suyo del Evangelio.

La Cofradía hizo resplandecer el templo con unos cuidados altares con todo tipo de detalles con aires antiguos que recupera y atesora lo que fue esta cofradía que tiene en el Dulce Nombre de Jesús su pilar histórico. Si siempre que montan un altar o un trono destaca el buen hacer de los encargados directivos, en esta ocasión lo bordaron más y mejor. Fue como un viaje al Siglo de Oro de las hermandades andaluzas.

En la celebración, se contó con el conjunto “Pueri Cantores” de Málaga, dirigido al piano por Antonio del Pino, organista de la Catedral de Málaga. Contaron con el trompetista David Guillén y la joven Beatriz Jiménez que emocionó con el canto del salmo.

En la misa estacional, se bendijo la nueva mesa de altar del templo, diseñada por Francisco Javier Maqueda. Se contó con una bendición apostólica del Papa Francisco y la presidencia de honor del congreso por parte del Rey Felipe VI.

En la homilía, el Obispo pidió “mantener la fe que hemos recibido en el bautismo, con fe, esperanza y caridad las que tenemos que mantener en esta sociedad que cada vez parece que se aleja más de Dios”. Que el centro de nuestra vida “sea Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, el Salvador. Mantener y promover la devoción a todos en nombre de Jesús”.

Tras rezar a la Virgen, hubo foto de recuerdo y en la sacristía, se entregó a la cofradía un manípulo que perteneció al beato Enrique Vidaurreta en su primera misa en San Francisco el 24 de junio de 1919.

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