Imagino que a todos nos ha pillado un poco de sorpresa. Un poco, como si lo que se ve en los telediarios estuviera fuera de nuestro alcance, fuera de nosotros; que esas cosas no nos pueden pasar a nosotros. Y de golpe, nos hemos visto confinados en nuestras casas. Con un país, una ciudad y un barrio absolutamente paralizado y todos mirándonos sin saber muy bien qué hacer, muy sobrecogidos por los acontecimientos tan novedosos para nosotros. Han llegados circunstancias inéditas, pregones, triduos, viacrucis, e incluso las propias procesiones, suspendidas. Adoptando medidas absolutamente desconocidas para nosotros.
Confinamiento en casa, eliminación de agua bendita, supresión de la paz, incluso finalmente supresión y dispensa de acudir a los templos, han caído como un jarro de agua fría entre todos nosotros. ¿Y qué hay de positivo en todo esto, si es que lo hay? Hemos tenido la profunda suerte de poder estar con nuestra familia, de hacer conmemoración de las primeras comunidades, que podían reunirse para rezar en la clandestinidad. Me viene a la mente las primeras comunidades, después de que Cristo Resucitara, aun siendo perseguidos, buscados y asediados por Caifás, Poncio Pilatos y Herodes de Antipa, se reunían a la luz de las lámparas de aceite y oraban a Dios. Como recibieron el Espíritu Santo unidos en la fe, en aquel pentecostés. Como en la intimidad se hacía presente Dios trino, a la luz de una vela y en momento de profunda intimidad.
Esa suerte la hemos podido tener, hemos compartido días completos de reflexiones familiares, de contarnos cosas que el día a día no nos deja, hemos echado en falta los abrazos, los besos, hemos dado valor al contacto con las personas, a la paz en la eucaristía, hemos dado valor a un beso a los pies del Señor del Rescate, a un montaje de tronos, a una reunión de hermanacos, a un recoger la túnica y pagar tu cuota, hemos dado valor a planchar la túnica, o a preparar la mantilla, a limpiar tulipas, le hemos dado valor a amarrar la almohadilla, a limpiar la corneta, a comprar nuestra vela, a atar un nudo al cíngulo, hemos dado valor a coger una horquilla, a oír la marcha real, a poner un alfiler, hemos dado valor a llorar con ese arriba, al vibrar con el bamboleo del palio, a suspirar al ver ese penitente descalzo, o al que tapa sus ojos, hemos dado valor a nuestra Semana Santa que llevamos en el alma.
Pero, no es el fin, es saber dar la cara como la estamos dando, es saber que Antequera, es responsable, que es modelo y ejemplo, que es unidad y lealtad, es saber que somos una tierra coherente, fiel a nuestros mayores, preocupada por nuestra gente. Ellos, los mayores han sido nuestro sostén en tiempo de dificultad, y ellos ahora son los más vulnerables, y por ellos estamos dando la cara, y sacrificando todo por controlar, erradicar y salvaguardar esta difícil situación.
La Semana Santa de 2020
La Semana Santa es única, la primera luna de primavera marca la pascua y fin, sin inventos, sin historias extrañas. Se vivirá el próximo año de otra manera, se verá desde otra perspectiva, sin importar ahora mismo nada más que salvar las vidas de tantos que han caído en las garras de esta enfermedad, que no les ocurra como a tantos centenares y miles que están muriendo.
Me ofende pensar en otra cosa que no sea salvar vidas, la semana santa es una, y ya está, se acabó, el año que viene se vivirá, seguramente de forma distinta, sin inventos, sin historias extrañas. Llegarán tiempos mejores, llegarán momentos en los que todo vuelva a la calma, aunque la verdad es que dudo que después de este golpe, volvamos a ser iguales, creo de verdad que seremos mejores, que separaremos el grano de la cizaña y volveremos a quedarnos con la verdad, el amor, la familia, los amigos, la paz y la salud.
Vuestro servidor, Manuel García de la Vega, Pregonero de la Semana Santa de Antequera, sin pregonar, pero pregonando a su gente el amor tan grande que le profesa a esta tierra: ANTEQUERA.
Información básica para el coronavirus
·Teléfonos exclusivos para el Covid-19 “coronavirus: 900 400 061 y 955 54 50 60 (Salud Responde).
· No usar el 061 ni el 112: Las autoridades piden que no se llame a esos números porque colapsan las centralitas e impiden la atención de otros casos en los que hay una urgencia vital. Los números a los que hay que llamar para consultar dudas y hacer preguntas sobre el coronavirus son el 900 400 061 y el 955 54 50 60 (Salud Responde).
· Qué es el coronavirus: Virus que circulan entre animales, pero que algunos pueden afectar a los humanos, el nuevo se identificó en China a finales de 2019.
· Los síntomas: Fiebre, tos y sensación de falta de aire.
· Prevención: Lavar las manos frecuentemente. Evitar tocar los ojos, la nariz y la boca. Al toser, cubrir la boca con un pañuelo desechable o contra el brazo con el codo flexionado. Con síntomas respiratorios, evitar el contacto próximo con otras personas.
· Con síntomas: No acudir al Hospital, sino llamar a los teléfonos indicados: 900 400 061 y 955 54 50 60 (Salud Responde).