El Pregón del Martes Santo de Antequera de 2024 fue una lección cristiana de lo que un joven debe sentir dentro de una hermandad, concretamente de la del Rescate donde Julio Matas Lara compartió lo que siente su corazón al llegar el día más esperado del año.
Tras la misa de inicio de Quinario, el secretario de la cofradía, Julio Matas Pozo, dio la bienvenida y condujo el acto cofrade, dando la palabra inicial al pregonero del pasado año, el trinitario Antonio Elverfeldt. El sacerdote aludió a sus recuerdos cuando estaba en la ciudad al ver cómo un niño crecía en valores cristianos bajo el manto de su familia y el Señor del Rescate y la Virgen de la Piedad.
Julio comenzó con estos versos: “¡Eres pan de nuestras vidas, para las almas consuelo, refugio, luz y palabra que colma nuestros anhelos! ¡Sustento de nuestra fe y compromiso sincero, verdad y resurrección, puerta bendita del cielo!”.
Siguió recordando a los fundadores de la Cofradía, entre ellos su abuelo. “A los nuevos y a los de siempre: amistad. ¡Qué hermoso sentimiento este que ha sido y es santo y seña de esta cofradía, de esta familia, desde su fundación! Así nacimos, en 1955, fruto de la amistad hermosa y sincera de tres hombres de su tiempo el reverendo padre Fray Saturnino de la Purificación, José Montes Ramos y Julio Matas Macías, quienes, superando todas las adversidades, lograron la fundación de esta institución que, 69 años después, seguimos cuidando y mimando ahora y para las generaciones futuras. Sabed, allá donde estéis, que vuestro legado sigue hoy más vivo que nunca”.
Siguió con un recorrido por todo lo que supone un Martes Santo, desde la propia entronización el sábado de pasión hasta el día de la salida. En su descripción del Martes Santo hizo un recorrido detallado desde la salida con la Cruz Blanca abarrotada de antequeranos que no quieren perderse la salida del Señor. “A la hora acordada, las puertas de nuestra casa, la iglesia de la Trinidad, se abren y la ciudad de Antequera, que aguarda haciendo frente al frío de la noche, entra a encontrarse con el Rescate”.
Después, el recorrido por calles estrechas y recogidas llenas de devoción, con personas que antes iban a verlo por las calles y ahora sólo pueden verlo pasar bajo su balcón. “Padre mío del Rescate. Hágase siempre tu santa voluntad, y no la nuestra. Sea como quieras Tú que sea. Gracias por lo que nos das día a día, por lo que nos sucede, aunque no lo entendamos, porque a tus ojos todo tiene un porqué. Gracias por la familia, por la salud, por el trabajo, por los amigos. Gracias, Señor, por papá y mamá, por Ana y por Rocío. Dales salud y líbralos, Señor, líbralos de todo mal. Cuida de los abuelos que están contigo en el cielo. No dejes que me aparte de ti ningún día de mi vida. Y nunca nos dejes de mirar. Amén”.
Momentos para dirigirse a la Virgen de la Piedad. “Fue tu nombre el que en su momento inspiró al buen samaritano a no dar un rodeo para no enterarse de lo que allí pasaba, a bajarse de su montura y curar y atender al enfermo. Por Piedad, Nuestro Señor curó a enfermos de cuerpo y de alma. Por la Piedad que tus derramas sobre nosotros, nos invitas a acercarnos a ti cuando nos sentimos llenos de tribulaciones, para pedir tu favor y tu ayuda”.
Y terminó con una oración: “¡Venid y acercaos a Nuestro Salvador y a Nuestra Bendita Madre con alegría, ilusión y fe! ¡Tened presente que Ellos nos esperan siempre! Es por ello que ahora os digo: A quienes ponemos nuestro corazón y nuestro trabajo al servicio de la Cofradía.
A los que os revestís como acólitos, a aquellos que vais cubiertos con habito de penitente, a quienes os vestís de luto y mantilla o lleváis en vuestras manos un cirio o una campana. A quienes prestan su fuerza y sus hombros parar acercar a Jesús y a María a todas aquellas personas que los necesitan”.
Así terminó su pregón donde deseó que ojalá todos los días fueran Martes Santo. Una oración ideal para sentarse y leerla en profundidad en cualquier época del año.