El Lunes Santo de 2010 ha sido más que el de las Bodas de Oro, ha sido la procesión por la que todo el cuerpo procesional rezaba por la calle, ya sea en forma de penitente, de hermanaco, de corneta, de tambor… por todas esas cruces que tenemos en la vida.
En primer lugar, la lluvia, que vino al término del desfile de la Armadilla, por lo que la Junta Directiva aguardó en la sacristía y se reunió tres veces, hasta que decidió salir, recortando el recorrido por Encarnación, en vez de Nájera y Zapateros.
Luego, aceleró el ritmo, al saber que podía caer un nuevo chaparrón a las 12 de la noche. Paso ordenado por sus calles, con destacada presencia de Almogía, no sólo con su música delante y detrás, sino por ese grupo de penitentes que portaban su «Lignum Crucis».
Momento impresionante y lleno de fervor al llegar a calle Cantareros, esquina con Laguna, donde «un trozo» de la túnica de terciopelo del Nazareno, este año en forma de rosa, fue a manos de la madre del cofrade Juan Luis Moreno López.
Y llegó la calle más estudiante, la esperada calle Duranes. Contraste de los tres tronos, del bullicio del Nazareno, donde el palio se une al cielo por las mecidas de los hermanacos; la solemnidad del Cristo Verde, con el incienso de cortina de penitencia; y la alegría de la Virgen de la Vera Cruz, la Señora de la calle Duranes, donde sus hermanacos, por deferencia de su nuevo hermano mayor, fueron quienes la llevaron en volandas por la peatonal, estrecha y bendita calle de las bandas verde y carmesí.
Y a las 12 en punto, comenzó a llover, y se tuvo que suspender el «encuentro» en la plaza de entrada a la iglesia, y los tronos fueron entrando uno a uno. Pero algo distinto se respiraba, las «tres» cofradías del Lunes Santo no podían dejar que su Cincuentenario en Semana Santa acabara así. Y la Madre de la Vera Cruz no quería bajarse a los borriquietes, y el Nazareno que comenzaba a dar la vuelta, y el Cristo Verde, el decano de las devociones de la banda verde, volvió a los hombros de sus hermanacos. Y no se cabía en el interior del templo, y las tres imágenes se «encontraron» dentro.
¡Lástima que las columnas que separan la nave lateral de la central, imposibilitara los tres juntos a la vez. Pero casi no hizo falta, los ángeles de allá arriba, los que conocen el rostro de Jesús y María, ayudaron para que los tres se unieron en sus 50 años, en su Lunes Santo del Sexto Centenario, en el 2010. Y por si alguien no lo ha escuchado, seguro que lo ha sentido durante esta noche: «¡Viva la Cofradía de Los Estudiantes!». Enhorabuena.