Empiezan esos días llenos de deseos con el: “Feliz Navidad”, “Felices Fiestas”, “Felicita a toda la familia”… que seguirán con el: “Feliz año nuevo”, “Que lo malo del 2024 sea lo mejor del 2023”, “Que pases un buen año con salud y la familia”… Son deseos que ojalá se tengan en cuenta todos los días del año. Pero, ¿son más que una forma de saludar?
En esta vida tan materialista, a veces no es el dinero lo que se necesita, sino la forma de ser y de vivir. Estamos cada día metidos en un mundo separado por dos abismos. Dos formas de vivir o entender la vida. O estás conmigo o contra mí. ¿Que exageramos? Piensen en casa. ¿No se tiende a estar con el padre o la madre, con uno de los dos hermanos, con uno de los dos tíos? ¿No estamos todo el día buscando batallitas que nos separan más y peor?
En los colegios. O decimos que el profesor es magnífico, o todo lo contrario. No hay término medio. Conforme van creciendo los niños, se crean grupos, el a y el b. Y siempre se expone que uno es el mejor y el otro, lo contrario.
En los colectivos a los que pertenecemos. Lo nuevo siempre es lo bueno y lo viejo hay que destruirlo. Ya no se tienen en cuenta a los mayores como sabios, consejeros ni personas a respetar. Si entras nuevo, arrasas todo lo anterior. Nos creemos tan listos que escatimamos la experiencia. ¿No puede haber un término medio?
El deporte como ejemplo. Nos alegra escuchar a equipos, directivos y entrenadores que priorizan los valores del deporte a ganar y ganar. Pero son pocos los casos. Aquí o eres el mejor o vas a la calle y no sirves.
En la vida. Al pasear por las calles, o saludas abrazando a la personas que te encuentras, o pasas de ella como si no la conocieras. Llevamos un ritmo de vida que deja mucho que desear.
La Navidad nos anuncia el fin de un año y el inicio de otro. Siempre afloran las buenas intenciones. No se van a conseguir todas, pero ¿y si apostamos por sumar una a una cada año? ¿Conseguiríamos vivir mejor? Creemos que sí. ¿Lo intentamos?
Ejemplos posibles. Navidad y sus comidas. ¿Intentamos volver a quedar todos juntos como les gustaba a los abuelos? Aquellas Navidades alrededor de la mesa, con el abuelo y la abuela, felices de ver a todos sus hijos y nietos juntos. Seguirían con sus diferencias, pero el amor y el calor familiar volvería a ser lo primero.
En clase. Cuando un profesor tenga un error, el alumno no sea el más atento o alguien meta la pata, sólo hay que ponerse en su lugar. ¿Lo va a querer hacer así? Tendamos la mano a mejorar, a contribuir para ser positivo y seguramente en la siguiente ocasión, se mejorará.
En ese grupo y colectivo. Con lo complicado que hoy es reunirse… ¿no es mejor sumar y no restar? ¿Se imaginan lo que se puede conseguir si cada uno aporta lo que puede? Nadie va a querer lo peor para esa asociación o grupo en el que se está. Todos pasaremos por ese lugar. Se conseguiría una mejor salud grupal.
En el día a día. Saludar por la mañana puede contribuir a afrontar mejor el día. Y donde haya un no, ayudar para que sea un quizá. Así se conseguiría un hábito más positivo porque la vida es tan maravillosa que no sabemos la suerte que es la de levantarse cada día vivo. Así que estas “Felices Fiestas” o “Feliz Navidad” sean de verdad un propósito de mejorar, de sumar, de mirar la vida de otra manera para vivirla más feliz. Ya vendrán las situaciones extremadamente negativas por sí solas.