En unos tiempos donde se alzan muchas banderas que reivindican sentimientos, consideramos que más bien expresan una actitud política que no piensa más que en el poder. Los sentimientos auténticos, no tienen banderas, no se utilizan, no están en primera plana, no llenan debates insulsos… están en nuestros corazones, como la Navidad.
Hay banderas que esperamos se alcen, como ejemplo de unidad en una lucha que vence a nuestros sentimientos, pero que no están entre las prioridades de nuestras administraciones públicas.
Entre muchos de estos, está el cáncer y escribimos estas líneas en honor de Concepción Pérez Arcas, Concha, Conchita, como nos dice que le gustaba llamarse, una de sus amigas de “Las Elementas”, ese grupo de amigas que ante la adversidad, pusieron la mejor cara y son ejemplo de superación.
Estos días habrá mucha felicitación, alegría, ilusión, mensajes, buenas acciones… pero habrá casas como la de Conchita, donde su esposo Francisco, su hija Rocío, su nieto Hugo y el resto de familiares y amigos… van a necesitar creer más que nunca en estas fiestas.
A ellos, les pedimos que cierren los ojos y miren al cielo y encontrarán esa estrella de Navidad que ilumina el firmamento y señala el lugar donde nacerá un niño, una niña, que por fin encontrará cómo vencer definitivamente el cáncer, cómo priorizarlo en las políticas de prevención, investigación y acción.
Será fácil de verla a ella, a Conchita porque será estos días la estrella más grande, la que desprenda más generosidad, la que más se mueva, la más inquieta, la más amable, la más sincera, la más luchadora… la que ilumine la soledad de los que deja aquí con nosotros.
Habrá que superar, como dicen sus amigas inseparables “el dolor que invade y fluye tan dentro de nuestro corazón que es muy fácil plasmar en un papel cómo y quién ha sido nuestra Conchita. Un ejemplo de superación desde niña, tras quedarse sin padre desde muy temprana edad; ayudando a su madre y a toda su familia a seguir adelante sin quejarse nunca por ello”.
Entre tanto, su padre será el que le abrió la puerta de su portal de Belén en el San Juan del Cielo, tocando todos los ángeles y familiares y amigos luchadores del cáncer, un villancico y una fiesta de bienvenida porque ella lo dio todo por esta enfermedad que debe de ser una de las banderas del sentimiento de cada familia.
¡Gracias, Conchita, por no quejarte, por tu amor a los tuyos, por tu generosidad, por intentarlo hasta el último segundo! ¡Que se preparen los de arriba para la fiesta que va a montar esta Navidad cuando llegue Nochebuena y Nochevieja! Y el día 5, vendrá a dar ilusión con la magia de los Reyes Magos.
Como le dijiste a tus dos amigas inseparables en tus últimos instantes: “¡Seguiré luchando por mí y por todas!”. Antequera tiene su “luchadora” del cáncer por cuya generosidad, entrega y ejemplo, todos deberíamos recordarla y exigir a los que mandan, que pongan todo lo imposible para que no se repitan tantas estrellas prematuras que alumbren nuestro firmamento como “Conchita”.
