Parece ser que empezamos mejorar en la destrucción de empleo, en nuestra Economía. En una palabra que las medidas adoptadas por el Gobierno empiezan a dar sus frutos. Eso que debería alegrar a cualquiera, ha sido contestado por algunos grupos políticos que parece como que se disgustan por algo que deberían acoger con aplausos y colaborar para que se transforme en realidad. Lo mismo, con más razones si cabe, deberían hacer los Sindicatos, en lugar de dedicarse a querer ocupar fincas o seguir acopiando carritos de la compra para “simbólicos repartos”.
Lo lógico y natural, porque nos imaginamos que ese grupo que más ha protestado aspirará a ganar las próximas elecciones, es que empujara en la misma dirección que el Gobierno, aunque sólo sea porque de esta forma es posible que, en caso de esa aspiración, tenga una mejor Economía, que permitiera menos recortes, menos subidas de impuestos o la falta de inversiones del actual Gobierno, por culpa de tres cosas: la “sorpresa” de unos números rojos que no esperaban, en proporciones brutales; la bajada del consumo que determinó despidos y menor creaciones de empresas, y que los Bancos, a los que el Gobierno ayudó a “sanear”, por mucho que anuncien –que anuncian más bien poco por cierto— se han dedicado a sanearse ellos antes que embarcarse en dar préstamos a emprendedores, a pymes, a quienes necesitaban ampliaciones de plazos para pagar o fórmulas hipotecarias que evitaran tanto desalojo, con el dato anunciado el sábado de que la Banca había ganado en la Bolsa 22.000 millones de euros en ¡10 días! Se nos ocurre si no podrían devolver al Gobierno –a nosotros—algo de lo que el Gobierno les dio como “rescate”. Sumemos que los Sindicatos han estado contra quienes les da subvenciones que repudian todos los españoles afectados, en lugar de comprender que aquí tenemos que arrimar el hombro todos.
Es hora pues, de hacer un barrido general de quienes emponzoñan la política con sus actuaciones descaradas, de quienes “han metido la mano” donde no deben, de quienes han destinado a asuntos distintos los presupuestos previstos para otras cosas. Y si todo eso lo sumamos a la crisis del ladrillo, a la burbuja inmobiliaria, a las presiones europeas para sanear la Economía y no encontraron otra forma que hacer los malditos “recortes” que sufren los que no pueden protestar ni hacer nada, la cosa estaba negra, negra, negra.
Por eso, es hora de que, eliminados los granujas que deben ser mandados a donde se merecen, quienes nos gobiernan desde cualquier partido, unan sus fuerzas de verdad; quienes nos “representan” vía sindical o patronal, se den un margen a ver si esto que parece provisional se hace definitivo. Y piensen, los matrimonios que puedan, en tener más niños, que ésa es otra.