Escribimos estas líneas tras haber acudido al cine este miércoles, con motivo del estreno de una película de dibujos animados. Y lo hacemos porque estamos convencidos que si nuestras autoridades y empresas hubieran estado, tomarían nota de un mensaje de la sociedad. Quizá al ser algo normalizado, no llamaran la atención en medios de comunicación o en redes sociales.
Lo primero que nos llamó la atención eran las colas, impresionantes, para entrar al cine. Se formó un zigzag espontáneo organizado sin vallas, personal de seguridad ni disputas. Llegabas, preguntabas y te colocabas el último. Todo ordenado, rápido y directo para entrar al cine. Ya dentro, más complicado fue para comprar palomitas y refrescos. ¡Qué paciencia debe de tener el personal! Tocaba entrar dentro para ver la película.
Fue ahí cuando vimos la magia del cine. Nos tocó cerca un pequeño, del que presumimos fue su primera vez. ¡Qué ojos abiertos y rostro impresionado al ver las imágenes tan grandes! Espectacular. Seguimos viéndolo y no dio un ruido, sólo un gesto por el que quería también palomitas como la hermana mayor. Dicho y hecho. Luego, sus carcajadas sonrientes al ver esos muñecos de televisión en casa, pero a pantalla completa. Sería la reacción que muchos pequeños tendrían en Antequera y en todo el mundo en momentos como éste.
Luego, sorprendidos y agradecidos de ver cómo los niños recogían sus recipientes y los dejaban en las papeleras, que se quedaban pequeñas tras tanto espectador. Y salida por los pasillos, con la alegría en los ojos y la pregunta: ¿cuándo venimos otra vez?
Llegada a la zona de ocio y lleno despiadado para poder cenar. Son momentos en los que se queda pequeño el centro comercial. Y regreso a casa, los jardines de La Negrita, repletos, las terrazas de la Alameda, sin sitio, los bares como nunca… Otro día a día se respira.
Nos surgen esos planteamientos de cuándo se conseguirá aprovechar a los que vienen de fuera al cine, al centro comercial, y recalen finalmente en la ciudad en sí. Allí, pueden pasear, cenar o tomar un helado.
Si en más de una ocasión creemos que en El Torcal y en los Dólmenes se tendría que invitar a conocer la ciudad en sí, en la entrada de la Verónica, deberían de haber grandes reclamos de la ciudad, como ya hacen empresas.
Puede que haya a quien no le guste ese tipo de comercio unido, todo es respetable, pero sumen los empleos que crean y la de gente que viene. Piensen lo que podría ser si los que van y no lo sepan, conozcan el amplio y comercio, hostelería y monumentos que nuestra ciudad ofrece.
Fue un acierto buscar en la Costa del Sol, al turista que puede venir a Antequera. Sería otro, pescar en la comarca, y por ende en el Centro Comercial de la Verónica, para atraer a los visitantes de pueblos cercanos, que prueben la amplitud de oferta que tiene la ciudad.
Y ya de paso, incentivar más la oferta para familias, para niños, que son los que crecen aquí y precisan de una variedad. A los teatros, cuentacuentos, cine y parques, vendrían geniales más actuaciones para ellos. Seguro que los concejales que tienen hijos, tendrán muchas ideas para llevar a los más pequeños, estas iniciativas veraniegas en los barrios, en el Patio de Caballos de la Plaza de Toros o en el patio del Ayuntamiento.