Mientras que nos venden un sistema de respuesta inmediata para contestar a la pandemia, en realidad son 48 horas las que suelen tardar en llamarte. Luego otras 48 en hacerte una prueba; y por último, otras 48 en darte un resultado.
Es decir, que si la población hace caso a lo que las autoridades piden: pasa una semana entre saber si tienes o no el dichoso virus y si lo tuvieras, has estado una semana contagiando. Algo falla. Podríamos hablar de muchos casos que nos dicen vecinos cuando nos ven por la calle y se desahogan con nosotros.
Desde el hombre mayor que no puede seguir con su tratamiento crónico porque tardan 15 días en darle una cita. La mujer que pregunta por qué una farmacia no hace una prueba rápida del COVID-19 como lo hace con la tensión o el azúcar. O el estrés que el equipo docente está teniendo en la vuelta a las clases. (Lo de los sanitarios, mejor no insistir).
Mientras, nuestros responsables políticos siguen con lo suyo: creando batallas con el contrario y sin solventar los problemas del pueblo. ¿No se dan cuenta de la penuria que están pasando en muchos hogares? Nos recuerda a “Todo por el pueblo, pero sin el pueblo” del despotismo ilustrado de finales del siglo XVIII. ¿Exageramos? Piensen en una propuesta, actitud o soluciones que ofrezcan los que gobiernan o los que no lo hacen. Y piensen en todo lo contrario: juicios, críticas, acusaciones…
El problema sanitario y educativo no es algo de hoy, viene arrastrándose de años atrás. Tanta culpa tienen los que estuvieron gobernando tantos años como la que pueden tener los de ahora. Pero en vez se aunar esfuerzos, hacen todo lo contrario: la culpa siempre es tuya.
Mientras que siguen pendientes temas urgentes como el segundo centro de salud, unas Urgencias en el centro, el Parque de Bomberos, residencias para mayores o una reforma de los espacios educativos… surgen historias como las de Sebastián Podadera, esta semana, de nuevo ejemplo de los problemas reales.
¿Seis años para que la administración apruebe una ayuda a un matrimonio autónomo que ha trabajado toda su vida? ¿Reconocimiento de invalidez siete años desde que empezara a padecer Alzheimer? ¿Ocho años para que la puedan cuidar en una residencia?
A este caso, habrá cientos en Antequera, miles en Andalucía y decenas de miles en España.¿No son problemas como el de Sebas y Remes los que debemos de priorizar? ¿Desde cuándo no se hacía una obra de mejora sanitaria? ¿Desde hace 20 años? ¿Sólo se apuesta por los centros públicos cuando presentan fallos estructurales?Concertar.
¿La única solución al no promover residencias públicas? ¿En qué estamos pensando? Por mucho que nos vendan la moto, que nos pongan estadísticas y nos comparen con otros gobiernos, comunidades o países… los casos que importan son como los de Sebas y Remes, por citar dos nombres, que representan a los que al final, pagan las consecuencias de la mala organización estructural de nuestra administración pública.
Esta vez no terminamos con ilusión de cambio. Porque esto no cambiará mientras que un político cobre más que un médico o un maestro, y mientras se invierta más en un edificio de organismo público antes que en un hospital, centro de salud o colegio. ¿Ésta es la España y la vida que queremos tener?