Quizá ni andaluces, ni malagueños, ni antequeranos nos demos cuenta de la unánime resolución del pasado viernes en Plasencia. Que la ONU, a través de la UNESCO, pueda declarar algo Patrimonio de la Humanidad, supone el mayor espaldarazo en todos los sentidos: a nivel Cultural, darle una categoría insuperable, pero insuperable como suena; a nivel histórico, destacar su importancia a uno niveles inalcanzables, reconocer que es algo único en el mundo; a nivel material, incluirle en una lista, en una especie de Olimpo donde sólo entran los grandes.
Basta repasar la lista de “monumentos”, y encontrarnos con las Pirámides, la Gran Muralla, el Coliseo, y lugares únicos en el mundo, con los que no cabe comparar, ni es cuestión de ello, nuestros Dólmenes-Peña-Torcal, en sentido absoluto, pero sí en el relativo, es cuanto a su exclusividad, y como tales, la UNESCO, ordena-se compromete su cuidado, su permanencia para generaciones futuras.
Pero no creamos que todo está hecho, ni mucho menos. Tras que el expediente llegue a París, ahora París vendrá a Antequera a conocer el bien de la Humanidad propuesto – en este caso, los Bienes–, su entorno, su situación, sus cuidados y a “recetar” una serie de premisas sin las que no darán el visto bueno, y es ahí donde entramos los antequeranos todos, yendo a una, pero de verdad, en hacer lo que podamos, colaborando con los grandes motores que tiene que intervenir, el Ministerio y la Consejería, que ya han dado muestras de su implicación a tope en el caso, y que tiene que planificar el desarrollo de los entornos, ejecutarlos, y ponerlo todo como todo se merece.
Será una tarea a llevar a cabo en muy poco tiempo, y por eso lo de que cada cual se implique en lo que pueda. Obras faraónicas de nuestro tiempo se han hecho en nada, por mucho más caras que lo que los futuros Bienes de Interés de la Humanidad requerirán, pero porque nadie puso pegas y las que surgieron fueron las naturales que ésas son las que habrá que corregir o aumentar. Sería necesario un comité de expertos –y no se puede olvidar a los locales– que conozcan, estudien, comparen y decidan lo que hacer para que todo quede como merece, como nos exijan, como sea necesario.
Una vez París otorgue el nombramiento que tanto esperamos, vendrán las alegrías de las menciones en libros y tratados de todo el Mundo, lo que traerá emparejado una promoción colosal, también en todo el mundo, que proporcionará visitas y más visitas, con lo que, en el orden económico eso puede suponer en tantos otros campos, muy en contra de lo que sentenciaba, con un deje de egoísmo pueril, un renombrado alcalde de la Costa, de que al Turismo no le interesaba la Cultura.
Pero hay que insistir, es cosa de todos, sin distinciones, sin exclusiones, aportando cada cual todo lo que sea necesario como, insistimos, se apresuró a indicar nuestro Alcalde.