La publicidad es buena para todos, pero según de qué maneras, ya que la proliferación de carteles en paredes y hasta en farolas y semáforos ha crecido bastante últimamente.
Las empresas que lo llevan a cabo deberían de ser conscientes de que existe una ordenanza que lo prohíbe sobre todo en una ciudad que opta a ser nombrada Patrimonio de la Humanidad. Más información, edición impresa sábado 9 de abril de 2016 (pinche aquí y conozca dónde puede adquirir el ejemplar) o suscríbase y recíbalo en casa o en su ordenador, antes que nadie (suscripción).