No ha sido la primera, ni será la última; pero es de poco civismo el orinar en esquinas de monumentos, ya sean iglesias, conventos, museos o cualquier lugar.
Ya no son solo mascotas, sino personas mayores, que no respetan y dejan su orina en fachadas solariegas que luego son centro de nuestra promoción. Un poco de cordura, educación, limpieza y respeto.