Hola. Si está leyendo esto es que todo está saliendo bien. Son días complicados, difíciles, raros. La extrañeza de romper con el habitual día a día para iniciar una rutina nueva, esta vez desde casa.
¿Ha desayunado ya? ¿Ha sacado al perro? ¿Ha hecho esa llamada tan importante? Nuestras prioridades han cambiado. Ya no nos preguntamos por ese viaje soñado, ni siquiera por el mañana. Lo importantes es el hoy. Los nuestros. Que todo siga bien.
Hemos vuelto a lo esencial. Al atractivo de las pequeñas cosas de nuestro día a día. Nos detenemos en esa mirada de quien nos quiere y a quien queremos. Nos quedamos con esa pregunta inocente de un pequeñajo. Nos conformamos con esos momentos de comida todos juntos en el salón.
Quién nos iba a decir que la guerra de nuestros abuelos sería tan diferente a la nuestra. Y es que luchamos contra un enemigo común y al que no es tan complicado vencer: tan solo hay que quedarse en casa para ganar.
Escribo estas líneas sin saber, cómo usted, qué pasará mañana. Hoy, al menos hoy, tenemos que recordar a los que están ahí fuera. A los que siguen funcionando en estas semanas de “trabajos esenciales”. A los que se juegan la vida cada día por salvar la de otros. Agradecimientos a todos y cada uno de los trabajadores de los centros sanitarios, que se hacen extensibles a los cuerpos de seguridad, a los supermercados, transportistas… y a ellos. También a ellos.
¿Que quiénes son ‘ellos’? ¿No lo sabe? Los que cada día se juegan el tipo para informarles, para que nuestra democracia siga siendo la que conocen. Para que usted, querido lector, disfrute del mejor periodismo, aun en tiempos de guerra. Fieles a la cita, aquí seguimos. Siempre sale el sol.
A los esenciales, para que todo siga funcionando: gracias.
