Sinceramente, si hay algo que pueda hacer sombra a la videoteca personal que uno tiene es la oferta de documentales que las plataformas digitales de contenido visual y otros emplazamientos de la red nos ofertan. Si hacemos un recorrido rápido por la producción visual existente en ellas, amén de los clásicos, se denota una carencia de originalidad, y a veces de calidad, en las producciones propias. Claro está que existen excepciones. En especial en el género de documentales como es el caso de encontrar pequeñas joyas como: “Frank Sinatra: all or nothing at all” de Alex Gibney, 2015.
El documental gira en torno a la vida y la carrera artística de Frank Sinatra. Su amplia duración, divide el documental en dos partes. Al comienzo en los títulos de presentación se puede leer los nombres de Kennedy/ Marshall. Eso de por sí, hace que te dispongas a ver algo de calidad y bien tratado. Recordar que estos nombres son, junto a Spielberg, los fundadores de Amblin Entertainment, huelga más comentarios. El director Gibney a partir del concierto de despedida (al final, supuesta despedida) que realizó Sinatra en 1971 en Los Ángeles Music Center, nos presenta distintos temas del mismo y su relación con su vida personal y artística. Testimonios de su entorno, los propios del artista, se van apoyando en un impresionante archivo visual sobre sucesos e intervenciones de Sinatra.
Todo ello va desde su infancia y su admiración por Carlos Gardel, Bing Crosby; sus comienzos ante su eterno cómplice, el micrófono; sus primeras tablas perteneciendo a grupo musicales, recorriendo kilómetros por el continente; hasta poco a poco, convertirse en un fenómeno social. El documental nos ofrece esa dos etapas de la vida artística de Frank, la del joven con pajarita y la del hombre maduro, con esa imagen que ha calado más en la memoria colectiva, la de corbata poco ajustada, sombrero con mirada socarrona, cantando con un cigarro o copa en la mano. Su tórrida vida personal (Lana Turner, AvaGagner, Judy Garland, Lauren Bacall…) influirá en la vida de este artista, acostumbrado a salirse con la suya. Con todo ello, la gran estrella tuvo sus altibajos. Altibajos que logró superar y resucitar como el “Ave Fénix” en sus cenizas, de sus malos momentos personales y artísticos de principio de los años 50.
Fue su obsesión y sacrificio por un papel cinematográfico, quien le ofreció esa segunda oportunidad. Una oportunidad que vino de la mano del director de cine Fred Zinnemann. El título de la película ganadora de ocho Oscar en 1954, entre los cuales se encontraba la interpretación de Sinatra, sería toda una declaración de intenciones para el resto de su vida, “De aquí a la eternidad”. Comenzaba el camino hacia el Olimpo de los grandes nombres de la historia del espectáculo, Frank Sinatra, todo o nada.