Ha habido en estos días imágenes para todos los gustos e incluso instantáneas de las que nadie se ha percatado porque realmente estaban en otras cosas. Cuenta la historia que los primeros balcones vieron la luz en Mesopotamia y que se construyeron como un saledizo de la primera planta para dar sombra a las calles que respiraron agradecidas ante los tórridos veranos del 2.000 aC. Si queremos algo más modernos nos tendremos que trasladar a la civilización minoica en donde ya los palacios y hogares más pudientes tenían un balcón para permitir el paso de la luz diurna y facilitar la ventilación. Ahora bien, lo que se conoce como balcón escenario, lo tendremos que buscar en el Antiguo Egipto. Era como un tránsito que el faraón hacia desde el interior de su palacio al exterior para desde aquellas elevadas construcciones se “acercaba” a su pueblo como dios que guía a sus súbditos. Mas, en la literatura el balcón más famoso lo creo William Shakespeare para Julieta Capuleto en medio de una arquitectura medieval que relegó las atalayas defensivas de las murallas, así el Renacimiento nos hizo este regalo.
Los balcones giraron estrepitosamente hacia los ladrillos políticos de la exhibición. Sirvieron y sirven como plataforma para el poder. Eva Perón se asomaba a uno de ellos en la Casa Rosada para arengar a sus partidarios. Así que cojan un balcón y pongan al personaje político que más les guste, le va aquedar fantástico. La realeza asume este espacio con asiduidad. En los últimos días el balcón más fotografiado ha sido el del Palacio de Buckingham, en él la familia real británica, pero los primeros planos se los ha llevado la princesa de Gales o lo que es lo mismo Kate Middleton. Especulaciones, cuchicheos, cotilleos… Que si lleva esto o lo otro, que si… ¡La de sonrisas y lágrimas que habrán guardado estas construcciones a lo largo de su vida! Me voy a mi balcón, que en realidad es una terraza enorme sobre el mar, no tengo que arengar a nadie pero que gustazo respirar esta brisa marina!
