jueves 21 noviembre 2024
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Condes de la Camorra. IV Conde: Luis María Pareja Obregón (XVI)

Continuamos esta semana con la historia del IV Conde de la Camorra, Luis María Pareja Obregón.Tras las comunicaciones y requerimientos militares recibidos por el ayuntamiento a primeros de junio de 1843, para que diera su apoyo al pronunciamiento contra Espartero, el alcalde Luis María Pareja, Conde de la Camorra, contestó al coronel Marqués de Torremejía que así se lo solicitaba, con una negativa a la recluta de milicianos, porque según él debía ser consecuente con la resolución que esa mañana había sido acordada en Junta Pública y no podía dar cumplimiento a la orden de la Junta de Gobierno de la Provincia de reclutar y enviar tropas a la capital, en apoyo del pronunciamiento moderado.

El día siete de junio, el ayuntamiento y el alcalde Luis María Pareja se dan por enterado del manifiesto del ayuntamiento de Ronda y de los graves daños que ha causado en su territorio una columna de Málaga. Igualmente queda enterado del manifiesto que a los habitantes de la provincia de Granada, Málaga y Almeria, dirige el Capitán General de Granada Antonio María Álvarez, al haberse desconocido en dichas ciudades la autoridad del gobierno del Duque de la Victoria, general Espartero.

Reunión urgente del Ayuntamiento

La actitud del Conde de nadar entre dos aguas, no definirse y ganar tiempo, fue interpretado como una actitud de apatía y de desapego al pronunciamiento, por parte de la Junta Provincial quien se lo recriminó en un escrito dirigido a la alcaldía, que se debatió internamente en una reunión consistorial celebrada el día diez de junio de 1843, sábado, a las seis de la tarde en la morada del Conde de la Camorra, sita en calle Maderuelos. 

Allí había citado el Conde a los regidores a quien previamente había informado de que la reunión era para un asunto grave y urgente, que una vez despejado resultó ser ese oficio de la Junta de Gobierno de Málaga en el que se pide se le diga “sin pérdida de un momento, de forma terminante y sin ambigüedad, si esta población se adhiere al pronunciamiento de aquella capital para su conocimiento y demás disposiciones que deba adoptar”.

El Conde se resiste nuevamente a posicionarse y a dar su apoyo al pronunciamiento moderado victorioso y en la reunión municipal, se acordó que para resolver tal cuestión debía convocarse a la Junta General a las onces horas del día siguiente. Esta Junta no pudo celebrarse inmediatamente en días posteriores porque no comparecían todos los citados.

Días después, reunido el ayuntamiento, se recibió nuevo escrito de la Comisión Popular de Gobierno de la Provincia de Málaga de fecha 18 de junio, el cual, manifestó el Alcalde haberlo recibido en el día anterior por correo extraordinario y en el que se le comunicaba: “El apoyo al pronunciamiento, de varios pueblos del Principado de Cataluña y Reinos de Valencia y Murcia y hace cargo a esta ciudad de permanecer quieta, indecisa y sin tomar parte en la gloria de sus hermanos, excitándola a su patriotismo, que esperan no quedará oscurecido, sin embargo de que parece algo empañado, aunque se inclinan a considerar de que las circunstancias que hasta ahora han impedido el pronunciamiento habrán sido de mucho peso”.

Respuesta del Conde a las exigencias de la Junta Provincial

El Conde de la Camorra respondió:  “que Antequera está quieta pero no indecisa, sus hombres públicos, sus personas influyentes, sus vecinos, en fin, hacen votos al cielo porque triunfe la causa de la libertad y porque con ella y con gobiernos desapasionados sea la España feliz y venturosa. Pero Antequera teme por lo mismo que conoce su debilidad y su ayuntamiento quiere evitar dar un paso que comprometa a la población a los azares de las armas, cuando no las tiene para resistir un solo día a un solo batallón del gobierno. Esta municipalidad que desea el bien y el triunfo de los buenos principios constitucionales con toda la efusión del patriotismo más acendrado, no quiere pues aventurar la suerte de tantos intereses como le ha confiado la voluntad pública y ha hecho cuanto puede hacer en unas circunstancias que V.E. sabrá muy bien apreciar”.

El ayuntamiento en días posteriores convoca de nuevo a la Junta General para resolver sobre esta situación, pero la convocatoria ha de realizarse en repetidas ocasiones por inasistencia de los convocados.  Finalmente, una vez que pudo constituirse, se decidió crear otra nueva Comisión, compuesta por el Conde de la Camorra como presidente, y los señores José Moreno Burgos, Joaquín de Lara, Joaquín Casaus, José Vitarel y Ángel Rodríguez, para que dirigieran directamente la problemática situación, salvo en casos gravísimos en que se debía contar con el pleno del ayuntamiento y se dio cuenta de esta resolución a la Comisión de Gobierno de Málaga. 

En ese acto y como acto de apoyo a la alcaldía y a la persona del Conde, se personó José María González Berdún, Mayor del Batallón de la Milicia, con un manifiesto hecho por los oficiales del Cuerpo, ofreciendo a este ayuntamiento sus servicios, su total cooperación y su lealtad en las críticas circunstancias.

Actividad rutinariadel Ayuntamiento y ultimátum militar

A pesar de la gravedad de la situación y de las amenazas de la Comisión de Gobierno de Málaga, el ayuntamiento continuaba con su labor administrativa diaria y entre otras resoluciones, aprobaba un dictamen sobre la información que previamente se había exigido al Comandante de la Partida de Persecución de Malhechores, Diego García Moreno y a Andrés García Mancebo, Jefe de los Guardas del Camino de Málaga, sobre las actividades graves de los delincuentes que actuaban en la angostura de la Peña. 

Estos delincuentes eran los llamados Antonio de Córdoba Garrido (a) China, Antonio Montilla Morón y José Arenas Ríos, que venían cometiendo hechos delictivos en la zona y que habían hecho fuego a la partida de Diego García en la casilla de Machuca y asimismo ocasionado heridas al labrador del cortijo del Rincón y cautivado en unión de otro delincuente llamado Sebastián Muñoz, al canónigo de la iglesia colegial Juan Rodríguez Salas y al nieto de Luis García Romero.

Resulta, cuanto menos curioso, esa aparente normalidad en las actuaciones de la alcaldía, las cuales chocaban de forma contundente con la grave realidad del momento. 

Así, el cinco de julio el Conde de la Camorra, dice haber recibido un oficio del general en jefe del Ejército de Operaciones en Andalucía, fechado en Montilla, el día cuatro, que dice:

“Tan luego como reciba Vd.  el presente, dispondrá sin replica, ni excusa alguna que para pasado mañana, seis, se hallen disponibles para suministrar a las fuerzas de esta Brigada las raciones y especies que al margen se detallan, en inteligencia de que de faltar este pedido en todo o en parte, me responderá Vd. con su persona o bienes a la misma hora.Pan: 6.000 raciones; carne: 1.900 raciones; vino 1.900; cebada 1000; paja 1000”. 

El ayuntamiento ante este ultimátum, imposible de soslayar ni desobedecer, autorizó con amplias facultades a los concejales para que se cumpliera lo requerido.

Finalmente el Conde se doblega a la realidad del momento y de las circunstancias y la ciudad obedece a regañadientes a la Junta de Gobierno provincial de Málaga. Se deduce ello de las comunicaciones posteriores a esta crisis, en las que se exige por dicha Junta provincial, dinero para afrontar la situación, caballos, etcétera. Incluso se solicita poco después, a requerimiento de dicha Junta Provincial que cese en sus funciones la Junta Extraordinaria Local y se trasladen a Málaga comisionados de la ciudad para tomar las deliberaciones oportunas.

El Conde de la Camorra, cumple forzadamente las órdenes de la Junta Provincial, pero trata no obstante, de desligarse en lo que puede de la dependencia de la misma, pues le contesta a ese último requerimiento: “que aunque no cree que deba obedecer las órdenes de la Junta Provincial, ni que sea legitima la Junta que se quiere conformar con los comisionados de cada población, disolverá la creada en esta ciudad”.  

Ordena luego el citado cese, oficia a los pueblos para nombrar comisionados y advierte a la Junta Provincial que debe hacerse una Junta con comisionados de todos los partidos judiciales, protestando que de no hacerse así, retirará este ayuntamiento la conformidad que ha prestado solo por conveniencia pública.

Aceptación de la realidad

El Conde tras los acontecimiento ocurridos el 22 de julio en Madrid, con la entrada triunfal de las tropas que apoyaban al general Narváez, contrarias a la Regencia de Espartero y el nombramiento de un nuevo Gobierno, consciente del cambio político producido que debía asimilar y aceptar, aprobó la presentación de una moción acordando la celebración de una misa solemne y Te Deum en la iglesia colegial, para el domingo próximo, disponiendo colgaduras en la ciudad, diversiones, repique de campanas, iluminación y convite. 

Este cambio de actitud en el Conde, pudo deberse al intento de reconciliación con la Junta de Gobierno Provincial, contra la que ya había exteriorizado su desapego o quizá a la desgana de más enfrentamientos ante una situación que le era totalmente adversa y que preveía tal vez duradera. Asimilaba de esa manera la contrariedad del momento, dejaba a un lado sus ideas y exteriorizaba un pragmatismo que a la postre evitaría enfrentamientos entre la población antequerana.

El día uno de diciembre se produjo un solemne acto en el ayuntamiento y se aprobaron las formalidades que habían de observarse con motivo de la proclamación y jura de Isabel II.

A principios del año 1844, contra lo que podría suponerse y aventurarse visto el comportamiento reticente del Conde de la Camorra en el cumplimiento de las órdenes recibidas por parte de los pronunciados, continuaba siendo Alcalde de la ciudad. 

Entre las actuaciones dimanantes de aquella alcaldía que tuvieron más repercusión en ese último periodo de su mandato destacan, el establecimiento de un nuevo pliego de condiciones sobre el alumbrado público, también sobre el servicio de los serenos, relación de los faroles existentes en la ciudad, de los que aún faltaban y quedaban por instalar y de las horas de alumbrado de cada noche según las estaciones climatológicas.

Partida de persecución de malhechores

En cuestiones de seguridad, el ayuntamiento propuso a principios de año, a iniciativa del Síndico, José Moreno Burgos, que hallándose en este término la cuadrilla de bandoleros capitaneada por Cristóbal Navarro, que tantos desmanes ocasionan, se tomasen las medidas necesarias por el Alcalde en base a la nueva ley de ayuntamientos y se constituyese una Comisión para entrevistarse con el Capitán General de Granada, a fin de que se tomasen medidas rigurosas en torno a este tema. 

Días después, se reunió el cabildo en sesión extraordinaria con los mayores contribuyentes, y se trató de la formación de partidas de persecución de malhechores para remediar la grave situación de delincuencia que sufrían. La comisión formada a tal fin expresó su opinión de que la situación era tan grave, que debían afrontarla conjuntamente los pueblos, no solo del término, sino los colindantes como Campillos y Archidona. Se estudió y concretó la forma de financiación de dicha partida, que sería proporcionalmente repartida  de acuerdo al número de habitantes de cada pueblo y teniendo como base lo relatado, se acordó finalmente la formación de una partida de persecución de malhechores, compuesta por diez hombres a caballo y seis de infantería, que vigilarían los términos de las poblaciones adheridas al acuerdo.

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