Quiero vivir en ese mar, laguna de mi Vega, donde mis sueños naden, se sumerja entre el verdor que su primavera nos ofrece. En cada soplo de viento, como las espigas de trigo, los campos de mis sueños, el tiempo los lleve y los traiga, para recordar siempre, cada instante de mi vida. En cada tiempo, el inmenso mar, se viste de color, y mi ser se siente a gusto entre esos girasoles, cuyos cuerpos, al último rayo de sol, se duermen, esperando pacientemente ese nuevo amanecer. Misterio que mueve el mundo y a nuestras almas, las que a veces se hacen hueco entre cantares de alondras y jilgueros.
Quisiera enumerar todos los abrazos que me han dado y que he dado en mi vida, recordarlos uno a uno, los de amistad y los de amor y que gran diferencia entre los dos. Existe controversia, ya que por ejemplo abrazos de amor entiendo que son aquellos que les damos a nuestros padres, hijos, nietos y familia. Sin embargo, los llamados abrazos de amor también son excepción, como ejemplo, abrazamos como cristianos nuestra fe, amamos a Dios sobre todas las cosas y a la Virgen, madre nuestra con ese amor especial. Poco a poco estos tipos, digamos de amor nos conduce a ese amor al prójimo en la caridad, a esa persona que sufre y padece, sin dejar de ser amor.
Existe ese otro tipo de amor, el egoísta por amor al dinero, al poder, o a ocupar un estatus social que quizá no nos corresponda. Todo este tipo de amor hay que clasificarlo en su contexto natural. Pues sí mis queridos lectores, cuanta variedad de amor hay en todo aquello que siguiendo ejemplos, por una cofradía de Semana Santa o Gloria, por el Rocío, o por aquellos que viven Enamorados de sus Patronas y Patronos de su ciudad, o de aquel otro que vive enamorado de su Carnaval, o de su feria, sin dejar de ser ese amor tan especial. Hay tantas diversas formas de amar como digo, otros ejemplos ser amantes del buen cine, conciertos, teatro o de aquel restaurante cuya carta es tan buena y atractiva, o de aquel rincón en una determinada plazoleta, o de aquel cuadro, o de aquel grupo escultórico, o de un pasillo de comedia de Los Quintero, o de aquellos versos de Juan Ramón, o la profundidad de un pensamiento de Unamuno. Tantas formas de decir que te enamoras de algo o de alguien, pero en las fechas que estamos, creo que debemos hablar de ese amor entre el hombre y la mujer. He aquí lo que en verdad se denomina amor.
El amor es como una fiebre que desordena todos los sentidos del ser humano. Que el camino sea lento, que para prisas el alma lanza y la mente vuela. Quiere el tiempo marcar su tiempo, y mis renglones fluctúan en vuelo si fuesen gaviotas sobre las orillas de la mar, aunque el pensamiento nos equivoque y piense que es libre. Tan sólo es libre la realidad del corazón que con su ritmo acuna a nuestras almas, esa misma que nos esconde y nos cobija y protege de los miedos, alma que aparece, en el sin saber, ni que pensar y de repente domina a todo nuestro ser ante tal fragilidad.
Que nuestro espíritu inquieto le de la mano y arrope ese sueño infinito, ese sueño de sueños. El amor asalta los caminos del entendimiento, de la racionalidad. La razón expresa, desordena el espíritu, el corazón pierde el norte y cambia su normal ritmo a tumbos y saltos, la mente vuela como un pájaro joven desbocado en el viento, y el alma intenta poner paz en ese ser, cuerpo que se pierde entre vivencias, momentos, recuerdos… Vivimos tan de prisa que so nos olvida amar, y cuando la vida tropieza con el amor, el tiempo se te escapa del alma como agua entre los dedos.
Es posible que te llegue sin avisar, sin buscarlo, a destiempo, fuera de plazo convencional, tanto por condicionamiento en nuestras vidas, o por un capricho del infinito destino, ciego que ciega al ciego, dejándolo sin ver, viéndolo. Toda grandeza, creo que nace en el respeto, seno de la humildad, así vivirá entre sombras y dudas y versos rotos que endurecen los caminos torcidos del amor… dijo el poeta, no se si fue otro, o yo, que memoria la mía. Es lo que suelen decir de aquellos expertos, gracias vivo en la expectación de ver tantos caminos que conozco y se tuercen, aquellos que para mí son fuente de inspiración.
La paz del espíritu, el amor, quizá sea la paz, la qué nos produce el contemplar detenidamente a un sencillo lirio al pie de la Peña de los Enamorados, al pie de ese Indio Dormido, que todo lo observa, de ese lirio silvestre con el que yo he llagado ha mantener viva conversación, y que con su sola belleza, en silencio y mis recuerdos, al observarlo, he comprendido lo que es amar, cuando al amanecer de ese nuevo día, unas gotas de rocío lavan su cara.
En el mundo del amor, sus silencios, en ellos el ser humano se refugia se entretiene con sus más gratos recuerdos. No sé si a veces son como un precipicio que conduce al mundo irreconocible y carente de sentidos que son, fueron y de la noche a la maña te ves atrapado en esa tela de araña invisible. Es a veces, cambiante como el viento, como el calor y el frío, como una tormenta imprevista. Hoy tomando café en el sobre del azucarillo, he leído una frase del célebre Albert Eintein que dice así: “Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas…”. Dejo en suspenso ese pensamiento cuya lectura induce a una reflexión inexorable amar o ser amado y una pregunta obligada: ¿se puede dejar de amar a ese amor tan verdadero? En verdad y personalmente, yo creo que jamás se olvida a un amor verdadero. Siempre vivirá en nuestros corazones. Dejemos amar al amor.