viernes 22 noviembre 2024
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Dólmenes de Antequera (El banco de la paciencia)

Alguien ha colocado un banco en Finisterre pensando en sentarse allí, frente al mar, pues suyo es aquel prado. Como salió en la tele, es ahora un descontrol, hasta el punto de que el hombre anda pensando en llevárselo a su casa.
Uno ya tiene en Antequera su banco favorito, y no está en Calle Estepa ni en el Paseo Real, sino junto a uno de esos caminitos de grava del recinto de Menga. Con su libro o su perro puede usted echar un rato de lo más agradable, si no tiene nada mejor que hacer. Y, estando como está en una vaguada, apenas llega el ruido de la circulación.
Sentado allí no tendrá usted a la vista la Costa de la muerte, pero sentirá la potencia del túmulo de Menga con su boca fija en el ídolo de La Peña. Porque lo que se dice “ver” no se ve ni torta -conténtese con imaginar- ya que se lo impide el mamotrético Museo de la madre que lo parió. Y, ni el toro de Osborne que le plantificaran al gallego al borde de su acantilado resultaría más insultante para la visión del Océano, de lo que esta parida lo es para la sufrida Menga.
Pues, nada; como se veía venir, nos hemos camelado a la UNESCO que, mirando para otro lado, se dará por satisfecha con una “reducción volumétrica” de esta cosa lamentable que profana el suelo sagrado de nuestro santuario prehistórico. A cambio ¡faltaría más! de que el Museo Desmochado pondere el valor universal excepcional (VUE) de nuestros dólmenes ¡Es “mester” ver!
¿Tan difícil es entender que para empezar a tomar en serio la dignidad de Menga lo primero que está sobrando es, precisamente, esa antigualla de Centro de Interpretación al que La Junta de Andalucía se aferra como lapa con tal de que no la pongan colorada? Aprendan de Stonehenge: ahora ya, ni Museo ni nada que se le parezca en kilómetros a la redonda.
Aquí, tiempo al tiempo, podría pasar otro tanto. Y en esa esperanza se mantendrá uno pacientemente, sin quitar ojo a aquel banco ya que, cuando desaparezca ese pecado de hormigón y Menga esté a la vista, acudirá a sentarse todo el mundo. De eso nada, yo lo vi primero, me lo pido.
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