Cuando Greta Thunberg apareció en los medios de comunicación hablando del cambio climático, nadie pensó que una niña rubia de trenzas y cara inocente pudiera mover algo en un mundo demasiado programado y encaminado a sacar a flote todo su rendimiento.
Una niña frente a un planeta explotado y disputado entre los grandes, tanto, que si la imagen de llamada de atención hubiese sido un señor, pulcro y entrajeado, se hubiese puesto en entredicho sus palabras de auxilio, y quizá pensado que él podría obtener algún beneficio. Cifras económicas, poder y globalización. El cuidado para los idealistas.Y aunque no se va haciendo mucho al respecto, sin embargo ya se habla en voz alta que los recursos naturales no van a tener sustitutos si no miramos por ellos.
Pero hay que ceder y esa palabra la vamos eliminando en todos los diccionarios de los idiomas existentes.Y siendo verdad que debemos vivir precavidos y atentos a la realidad que nos ha tocado en suerte, la mayoría de los problemas quedan bajo las redes del dinero, a las que nadie hace asco. Nos ha tocado un mundo con una tecnología que nos facilita las relaciones y al parecer, nos roba intimidad creando una sociedad mucho más vulnerable.
Hace pocos días un estudio ha hecho hincapié en el tema de la ludopatía a través de la red. Dice que un trece por ciento de los jugadores son menores de edad. Poco se habla de ello porque hay un negocio en alza y aún no ha aparecido una víctima que alerte a futuros enfermos adolescentes. Si tanta protección tiene el menor, y además, la ley los ampara en cualquier circunstancia, ¿cómo es posible que no se les niegue el poder participar en jugos de azar?
Y la demagogia de que pueden andar camuflando la personalidad por alguno de sus progenitores o familiares, parece poco creíble. El trapicheo lo llevamos a gala y la publicidad está tan bien estudiada que es imposible resistirse a ella. Los jóvenes se enganchan en situaciones comprometidas y las casas de juego hacen sus apuestas reservándose siempre la carta ganadora.
