La semana pasada les comentaba acerca de las modas y opciones a tener en cuenta con respecto a nuestro peso y las formas de alimentarnos.
Por estas las tan oportunas fechas en las que nos cae encima el traje de baño, muchas son las personas que vienen a darse cuenta de una insalvable realidad. El circunferencial del ombligo es más extenso de lo deseado.
La mujer con su empeño en conseguir igualarse al compañero masculino no está reparando en que, al menos en los errores que éste viene cometiendo desde tiempos atrás, no debería tomar parecido alguno. Antiguamente la mujer, haciendo uso de su particular inteligencia, elegía a su compañero por el valor interior del mismo sin reparar excesivamente en su «envoltorio», ella misma no se ha fijado en que el hombre es susceptible de la primera impresión y que por tanto, no debiera descuidar las matemáticas en lo referente a la ecuación ingreso-gasto, pues la falta o error cometido en la calibración de la misma, conllevará a la ineludible alteración del circunferencial del ombligo.
Hoy la mujer, a la hora de elegir, cada vez más está reparando en las imágenes que firmas comerciales, anuncios, cine, prensa o televisión nos viene ofreciendo de los hombres. De los hombres… «tableta de chocolate».
Esto que hoy es ya una ine-luctable realidad debería servir al menos para que se tuviese en cuenta y cada cual efectuare una miradita a su ombligo y en adelante, estudiase muy bien la ingesta.
No deberíamos excusarnos en tipos de alimento ni achacar los excesos cometidos, al correspondiente dietista de turno que con sana intención nos aconsejó alguna que otra oportuna dieta, supuesto que somos nosotros mismos los que no cumplimos con la ya mencionada ecuación, ingesta-gasto.
Y cuando venimos a percatarnos de ello, no recapacitamos en que estuviésemos faltando a nuestras obligaciones, y claro, engordamos. Es por ello que cuando de nuevo el Dietista nos requirió a consulta… por lo bajines soltamos aquello de: ¡Y éste qué es lo que quiere ahora! ¡Que no coma de nada! ¡Que pase hambre! Es así, claro, nos resulta más cómodo culpar de nuestros desatinos a otras personas y nosotros seguir en nuestras trece. Y un nuevo agujero hay que sumar al cinturón.
La alimentación no debe faltarnos; sin ella la vida no sería posible, por tanto debemos centrarnos cada día en la importancia que conlleva nuestro alimento, pero también habremos de cuidar nuestro gasto de energía poniendo de manifiesto nuestro generoso esfuerzo, caminando si es posible… y nos lo permitan: vehículos aparcados y los bolos y los postes de las señales y las obras y cuantos obstáculos que cada día nos impiden caminar por las aceras de nuestras modernas ciudades.
El género humano deberá seguir por la senda que lo diferencia del resto de componentes en el Reino Animal: el razonamiento, somos animales racionales. Pero demostrémoslo, razonando, que lo importante es mantener la salud y la efectividad de funcionamiento de nuestro cuerpo. No han de valer los años que podamos vivir, sino más bien cómo los vivimos. No ha de valernos la imagen que nos ofrece el espejo. Ésta será siempre plana, pero vacía en contenido. Es inexorablemente mejor y más importante lo encerrado en el continente que produce la imagen. Todo ello habremos de conseguirlo manteniendo el circunferencial del ombligo en el correspondiente agujero de nuestro cinturón.