miércoles 22 enero 2025
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Francisco Tobarías, el guardián de las aguas de Antequera

“Porque yo primeramente dominé el trabajo, dominé a los que me vigilaban… les hice ver, que aquí no había nada que pasara de un bolsillo a otro, que cada cual se llevaba lo suyo. Entonces resulta que por esa razón, yo estuve aquí los 44 años al servicio de la Comunidad de Regantes del Río Guadalhorce de Antequera. Mi nombre es Francisco Tobarías Luque, mi misión: distribuir el agua en las zonas de riego del Partido de Serrato”.

De esta manera tan contundente contestaba el amigo Paco a la pregunta que le realizaba hace un año a los pies de La Peña, ¿Toda una vida como guardián de las aguas de Antequera? Ésta es la historia del guardián de las aguas de Antequera, esta es la historia de Francisco Tobarías Luque.

Todo comenzó con una película, una película perdida, desconocida, oculta para las gentes de Antequera… acababa de publicar en mi canal de YouTube una película sobre la Guerra Civil Española, rodada en las tierras de Antequera en 1955. Aquella película vería por primera vez la luz en territorio español, ya que fue censurada por el régimen totalitario del General Franco y nunca fue estrenada en España. Imágenes excepcionales, inéditas de la ciudad de Antequera, de sus calles, de sus gentes… fueron rescatadas del cajón del olvido, para el deleite de todos.

Tal fue el revuelo que la gente me paraba por las calles, me escribían correos, me llamaban por teléfono, todos querían saber más de aquella película que mostraba con todo lujo de detalles la ciudad que los vio nacer. De entre todos los cientos de mensajes que llegaron, uno llamó poderosamente la atención: “Hola Miguel Ángel, te escribo porque mi tío Paco de 89 años de edad, trabajó en la película y quiere hablar contigo”.

En ese mismo momento fue cuando conocí al amigo Francisco Tobarías, sin dudarlo me acerqué hasta su casa, compartimos una taza de café y como dos amigos que se conocieran de toda la vida, hablamos largo y tendido sobre aquella insólita película.
Al término de aquella charla, le pregunté: “¿Paco a qué has dedicado tu vida?”. Me miró fijamente, se levantó de su mecedora y subió a la estancia de arriba, al poco tiempo sus lentos, pero seguros pasos le devolvieron nuevamente junto a mí, en sus ojos un brillo que le delataba y acunada entre sus arrugadas manos una antigua placa de Guarda Real, en la que se podía leer, “Guarda Jurado de la Comunidad de Regantes del Guadalhorce de Antequera”.

La infancia del guardián

El amigo Paco nació en 1932 en Antequera y se crío en la ‘Casería de Santa Filomena’ en la Vega Antequerana, siendo el mayor de diez hermanos… “Miguel Ángel, yo a partir de los 6 o 7 años ya tenía la obligación de cuidar los conejos, las cabras, de echarle comida y agua a las gallinas, en fin… una obligación. Yo regué mucho de niño y a los 17años ya estaba solo de noche en mitad de un campo de esos regando”.

El trabajo de Paco no fue fácil, la responsabilidad de su puesto fue enorme, dedicó toda su vida a la custodia de las aguas de Antequera, ofreciendo un reparto justo y equitativo para los labradores de la Vega. Todavía custodia con celo las libretas de repartición de las aguas, donde aparecen apellidos como los Muñoz Rojas, Bellido, Vidaurreta, Moreno, García-Berdoy, Carreira, Vegas y un largo etcétera.

Recuerda con cariño a Baldomero Bellido, el cariño que le tenía a sus tierras, al Cortijo de Guerrero y la defensa de sus trabajadores, las charlas con Don José en el canal de riego del Cortijo de La Peña, “me preguntaba por los trigos, por las matas … Fumaba muchísimo, sentarme con él era fumarse dos cigarros ya”.

Solo con uno de aquellos señores de la Vega tuvo más de un roce que otro, “el nombre me lo reservo… Ya no está con nosotros y también se merece un respeto”, pero sí me contó el trato que le tenía a los trabajadores, “a los que hay que sacarle lo que se pueda”. Paco lo recuerda con rabia, pero con la ironía que los años y la experiencia le han otorgado y concluye con esta frase: “Eso dicho en aquellos tiempos y analizado hoy, es una brutalidad”.

Otro de los motivos por el cual se siente orgulloso, fue el rechazo a su arma reglamentaria como guardián de las aguas, jamás tuvo que utilizar un arma de fuego para hacerse respetar, “sólo con la placa de Guarda me hacía respetar, pero no obstante sin la placa yo también funcionaba, con mi nombre y mi forma de actuar me era bastante o suficiente mejor dicho, no me hacía falta armas solo un buen reloj que funcionará bien y una persistencia en mí trabajo y ya está”.

Durante su larga trayectoria como guarda, fue testigo de situaciones violentas, se las tuvo que ver con multitud de sujetos, cazadores furtivos, personas errantes, manijeros con alas de patrón… Entre todas ellas, me llamó poderosamente la atención, una historia que me contó. “Miguel, ¿sabes que en la presa del Golpeadero unos maleantes colocaron unos explosivos?”. “Unos furtivos que colocaban explosivos para pescar barbos, produciendo daños irreparables en el río…”.

La Peña de los Enamorados

El guardián de las aguas fue testigo de mil historias, conoció de primera mano los secretos del perfil antropomórfico más idolatrado de la antigüedad, nuestra Peña de los Enamorados. Su trabajo en gran parte fue realizado a los pies de La Peña, ya que el Guadalhorce baña con sus aguas el referente paisajístico de las mujeres y hombres de Antequera. Me contó muchísimas curiosidades desconocidas para mí. Entre ellas, el como la Peña realizaba una verdadera función de “agenda horaria” para los labradores de la Vega, “cuando el sol raja el Tajo Colorao, son las dos de la tarde y parábamos la faena para ir a comer” de esta forma me narraba Paco la unión de los trabajadores con La Peña, una simbiosis entre el referente paisajístico y los lugareños de las tierras de Antequera que se pierde en la noche de los tiempos.

“¿Miguel ves aquel peñón que sobresale? Se llama “el peñón de las nueve”, pues cuando el Sol lo ilumina es la hora de dar de mano, terminábamos la faena”. El Peñón de las Nueve, un topónimo de Peña de los Enamorados que jamás había oído… y es que tenemos tanto que aprender de nuestros mayores.

Hallazgo arqueológico

Francisco Tobarías Luque ha sido coetáneo a muchos de los hallazgos arqueológicos más importantes de Antequera. De esta forma me contaba el descubrimiento del Efebo de Antequera, “fue en el Cortijo de las Piletas y lo encontró un gañán arando con una yunta de mulos. Enganchó una cosa que no sabía lo que era… empezaron a sacarlo, comenzaron a ver que aquello era una figura y entonces ya se hizo cargo el Ayuntamiento de ella”, Paco sigue con el relato y me comenta como la monotonía de las gentes de la Vega se vio alterada por completo… “fueron multitud de labradores hasta el cortijo de las Piletas ya que decían que habían sacado una persona petrificada”.

Paco me puso sobre la pista de otro increíble “hallazgo arqueológico” y lo pongo entrecomillado ya que nos fue expoliado por unos ciudadanos ingleses que se encontraban hospedados en el Cortijo de la Peña, os transcribo literalmente sus palabras, “La Peña tiene su parte histórica, del Tajo Colorao hay piedra en Inglaterra…”. Gracias a Francisco Tobarías se ha podido abrir una vía de investigación muy importante, pido disculpas a los lectores por no poder dar más detalles, ya que nos encontramos en plena investigación. Os puedo decir que con toda probabilidad, las piedras que se llevaron del Tajo Colorao serían unos grandes Menhires o Estelas neolíticas, que custodiaban el acceso a las pinturas esquemáticas del Tajo.

Uno de los hechos más trágicos que le toco vivir al guardián de las aguas, fue la muerte por ahogo del pequeño Francisco. Ajeno a la desgracia que iba a presenciar y de la que sería testigo de primera mano, el amigo Paco se encontraba aquella mañana realizando trabajos de mantenimiento en uno de los canales de riego de la Vega Antequerana, en una zona cercana al Cortijo de La Peña. La tragedia, el horror se harían presentes en aquella fría y tranquila mañana del mes de enero del año 1971 de la pasada centuria.

Algo no sabe qué… Quizás la intuición o ese sexto sentido, hizo girar la cabeza de Paco hacia la izquierda, en ese mismo momento una especie de bulto se acercaba flotando por el canal, Paco se extrañó, “aquello” no tenía las formas… No parecía ninguna rama, ningún tapón de hojas, raíces, lodo, era algo que no cuadraba con lo que él estaba acostumbrado ver. Aquel extraño bulto sé acercaba cada vez más y Paco fue consciente de lo que era… Soltó los aperos y de un salto se introdujo en el canal, su único pensamiento era salvar la vida de aquel pequeño infeliz. Con la fuerza de sus brazos arrancó a la criatura de aquellas traicioneras aguas, acaricio su carita, le dio su aliento y calor, pero el pequeño no reaccionaba.

Paco gritó desesperado, no podía dejar que ese niño falleciera, él tenía una hija de la misma edad. Corrió abrumado a través del campo con el pequeño en brazos y entonces por la carretera divisó el coche de Baldomero Bellido, tenía que llegar como fuera, tenía que salvar la vida del pequeño… Baldomero hijo se percató parando el coche en la cuneta. Montaron al pequeño y a toda prisa se dirigieron al hospital de Antequera. “Cuando lleguemos al hospital, los médicos se llevaron al niño, seguí los pasos de ellos y pude ver cómo los médicos sacaban el agua del cuerpo…”. No pudieron hacer nada por él, el agua había encharcado sus pequeños pulmones, recuerdo como un médico se volvió hacía mí y me dio el pésame pensando que yo era su padre”. Paco alzó su brazo y me señaló el canal donde se ahogó el pequeño, “le habían regalado una bicicleta para el día de Reyes y con las lluvias se le había manchado de barro, el pequeño solo quería lavar su bicicletita…”.

La Guerra Civil Española

Francisco Tobarías fue un niño de la guerra, de aquella guerra entre hermanos, de aquella guerra sin sentido… Me contó del bombardeo a la estación de ferrocarril de Antequera y cómo las bombas lanzadas fallaron su objetivo. El miedo que se generalizó hacia la figura del “soldado moro”, verdadero pánico después de los discursos del general Queipo de Llano, llamando a la violación sistemáticamente de toda ‘mujer de izquierdas”. Los trabajadores y sus familiares de izquierdas, los empresarios y burguesía de derechas. Dándose la paradoja de que en muchísimas ocasiones las personas no tenían ningún tipo de ideología o ideal, incluso sus pensamientos eran opuesto a su estatus social, “a mí propio padre lo apresan, lo acusan de barbaridades que jamás había cometido, sólo por ser trabajador y tener apariencia de izquierdas, según ellos…”. La suerte del padre de Paco, fue la intervención de la señora del Cortijo del Perezon, Dolores Robledo, que haciendo acto de presencia en el cuartel de la Guardia Civil, intercede y exige a los guardias su inmediata liberación. Ahora me pregunto yo, ¿Cuántos fueron condenados injustamente?

El documental

Al poco tiempo de conocer a Paco, me dije que tenía que realizarle un homenaje, de alguna forma tenía que dar a conocer parte de su vida, de su historia, que es la historia de las tierras de Antequera, pero esa otra historia que jamás encontraremos en bibliotecas, archivos… hablé con él y su familia y comencemos el proyecto. La intención era realizar un vídeo homenaje a la persona de Paco y a la figura de guardián de las aguas, un oficio hoy ya desaparecido. Me planteé un plan de trabajo de una semana, me equivoqué totalmente. Aquel rodaje se alargaría durante un periodo de tiempo de casi dos meses, ya que se nos presentó un hándicap con el que no había contado.

Tenía todo preparado, micros, cámara, trípodes… las localizaciones de la grabación serían al pie de La Peña, la Vega, el Cortijo de La Peña y las Huertas del Río, lugares muy marcados durante la vida de Paco. Yo recogería a Paco en su misma casa los días de descanso que tuviese en mí trabajo, pero el primer día de grabación me comentó Paco que para las doce del mediodía teníamos que estar de vuelta, “Encarnilla no la puedo dejar sola Miguel”. Encarnación su mujer, era su vida, su amor, su apoyo… y si Francisco no volvía se quedaría sola. Lo entendí perfectamente y nos pusimos manos a la grabación, entre las diez de la mañana y las doce del mediodía serían las filmaciones, siempre sin apurar y recogiendo todo para poder llegar a casa antes de que se marchase la ayuda en domicilio. Fueron días frenéticos, Paco volvió a su Vega Antequerana, a su río, a su Peña, piso las presas del Charco y de La Peña después de décadas, se reencontró con los labradores de la Vega, volvió a entrar al cortijo de La Peña, tomó café y churros con sus trabajadores, contamos mil historias, mil recuerdos…

El documental atesora miles de reproducciones en diferentes Redes Sociales y Francisco Tobarías Luque recibió por fin el homenaje que se merecía. Un año después de su realización, todavía hoy siguen parando a Paco por las calles, vecinos que lo felicitan con entusiasmo por su labor, su entrega y dedicación a las tierras de Antequera.
Contaros que en este artículo he resumido muchísimo la historia de Paco, pero deciros que podéis ver el documental al completo en mí canal de YouTube ‘Antequera Oculta’. Pocas personas del intelecto de Paco me he cruzado en la vida, con sus noventa y dos años, posee una memoria, una lucidez, una facilidad de oratoria… qué ya quisiera yo para mí. Paco no tiene estudios, pero su sabiduría, su conocimiento de la tradición oral, resulta a veces abrumador hasta el límite de ser casi insultante.

Paco desde estas líneas decirte, “Gracias, gracias y gracias, por haberme dejado conocerte, conocer tú historia que es parte de la historia de Antequera, gracias por abrirme tú corazón, tú hogar, tú vida… Gracias”. Ojalá nuestro Ayuntamiento le realicé el reconocimiento público e institucional que el amigo Francisco Tobarías Luque se merece.
No me gustaría terminar sin dar las gracias públicas a su hermana Carmen y su sobrina Encarni, sin ellas jamás fuese sido posible realizar este trabajo, gracias.

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