Fue el filósofo inglés Thomas Hobbes en su obra El Leviatán (1651) quien menciona la conocida frase de “el hombre es un lobo para el hombre”, una sentencia que nunca ha dejado de tener protagonismo si consideramos los distintos aconteceres históricos y todos los titulares –también políticos– de los medios de comunicación en estos días.
El ser humano y sus incomprensibles comportamientos aniquiladores, siempre despiadados, cuando se trata de usurpar derechos, cargoso propiedades ajenas. Es curioso que, según parece, la frase tiene su origen en la Asinaria o comedia de los asnos de Plauto, como si la tozudez fuera inherente a este obcecamiento por la destrucción o descabalgamiento del semejante. Dudo que sea por el resto de cualidades deestos bonachones animales que entre sus virtudes tienen siempre la afabilidad, nobleza, resistencia y muy buena memoria.
En lo de autoanalizarnos, casi mejor quedarse con el pensamiento rousseauniano cuyo principio fundamental parte de que ”el hombre es bueno por naturaleza” y pese a que es la propia sociedad la que saca de él todo lo peor, justamente en momentos de pandemias y de guerras es donde vemos los mejores ejemplos de la condición humana: personas desinteresadas que dan todo lo mejor que pueden aportar en lo individual y lo económico para favorecer las condiciones en de sus semejantes en situación crítica.
Cuando pensábamos que el verdadero enemigo era un invisible y mutante ser que no para de mandar personas al otro mundo, aparecemos nosotros mismos para recordarnos que somos peores que una manada hambrientos lobos.
Lobos, siempre solidarios en la manada y fuertes en su soledad. Uno nunca acierta a entender cómo hemos llegado a ser los seres más poderosos entre las distintas especies que pueblan este maravilloso planeta que cada día tiembla más con nuestros irresponsables actos.
