Estamos en el segundo domingo de este tiempo litúrgico que nos lleva a la Pascua de Jesús. Las lecturas y el Evangelio siguen dándonos pistas para que vivamos auténticamente este tiempo de conversión.
El Evangelio nos ha contado el episodio de la transfiguración del Señor delante de sus mejores amigos. La intención del relato es clara, no es maravillarse ante el resplandor de la gloria, es escuchar su palabra, aceptarla y cumplirla. Lo ocurrido en la cima del monte ha de cambiar lo que se viva al bajar de él.
Solamente se habrá comprendido lo que significa contemplar su gloria, cuando se acepte lo que le ocurrió a Jesús al bajar de la montaña. No es la solución quedarse arriba, sino que lo que allí ocurrió deben llevarnos a vivir de otra manera lo que sucede en el llano. Porque conoce lo que pasa en la cima, el cristiano debe ser un hombre implicado en todo lo que sucede abajo.
No es la solución quedarse en la cima del monte, sino que como Jesús y los discípulos hemos de volver a la vida diaria, bajar de la montaña y volver a nuestra tierra y con nuestra gente, para ser testigos y fermento de transfiguración. Ayudar a la transfiguración de las personas, de nuestras familias, de nuestros amigos, de nuestros compañeros de trabajo. Ser fermento de transfiguración de un mundo que nos gusta muy poco a pesar de que lo construimos y lo hacemos posible entre todos.
Parémonos un momento y pensemos en nuestra situación de personas creyentes, ¿qué es lo que hago yo por el hecho de creer en Jesús?, ¿en qué se nota y cómo lo demuestro?, el tiempo de Cuaresma es el tiempo oportuno para plantearse esta reflexión, y llegar a la conclusión de que mi dimensión de creyente no es sólo algo privado que vivo en mi interior sino que tiene que manifestarse de una forma pública, o sea en hechos.
Nos tenemos que esforzar para camino cuaresmal nos ayude a seguir profundizando en nuestra condición de cristianos, en nuestras condición de personas implicadas en las construcción de un mundo mejor, más justo y más solidario. Que saquemos las fuerzas necesarias para no decaer en el trabajo por la consecución de una sociedad donde las formas de actuar de Jesús se hagan más evidentes y estén mucho más presentes.