Diez horas de pleno municipal. Desde luego, que no es para hablar de la política municipal que es la que interesa, ni para ponernos al día de los logros y mejoras que los vecinos vamos apreciando. Y me temo que sí es para inmiscuirse en políticas regionales y nacionales que no le competen a ninguno de los grupos municipales. Antequera pasa por un momento importante que exige pensar en ella y sólo en ella. Los dimes y diretes entre unos y otros, con que se repitan dos o tres veces quedan enterados, no hay porque hacerlo de manea reiterativa. Y piensen, por favor, munícipes, las caras de los seguidores, mucho más lívidas y cansadas que en los buenos tiempos de Fidel Castro y sus famosos discursos. El voto no tiene ninguna cláusula de abuso, aunque a los políticos les cueste trabajo entenderlo.
Sí que se merecen las diez horas y muchas más, hablar del joven bombero antequerano que se ha ido al Líbano en misión humanitaria. Y siendo un lugar donde la vida importa poco, y donde hay una persecución tremenda contra los cristianos, que la solidaridad internacional trinitaria denuncia continuamente y lucha por salvar de la muerte a algunos de los muchos que caen de forma despiadada. Este paisano da lo mejor de sí mismo y su sentido del deber para que sus conocimientos ayuden a formar a otros.
Y por seguir echando horas, pensar en el colectivo de discapacitados, sería conveniente. En un vídeo de treinta minutos condensar una vida de dificultades es una proeza, reservada solo a personas con una gran sensibilidad y compromiso para mejorar las condiciones de vida de quienes tienen mermadas sus capacidades físicas.
Y horas hay que echar en muchas cosas, menos en precampaña electoral y pleno municipales, gástenlas en conocer alguna cosa más de la ciudad, por pequeña que sea, tal vez con un mínimo esfuerzo pueda ser atendida y seguro que es más gratificante que diez horas de desacuerdos. La transparencia y participación no se mide en cantidad sino en calidad.