Por todos es sabido el triste desenlace de Pablo Ráez, todos hemos tenido conciencia de lo que le pasaba y de lo que se traía entre manos. Voy a perder pocas palabras en explicarlo más. Al grano.
Ahora hay que seguir, los miles de mensajes volcados en las redes sociales, el reconocimiento de la sociedad, las banderas a media asta, los dos días de luto, la Medalla de la Ciudad de Marbella, el reconocimiento de toda Andalucía y España, e incluso la repercusión internacional.
Caerán en saco roto si la respuesta de sus conciudadanos con ese aumento del 1.300 por ciento en las donaciones de médula ósea, solo en Málaga, no lleva aparejado el compromiso de los rectores de nuestra sanidad, de nuestra investigación y de nuestros laboratorios médicos y farmacéuticos.
Si el tanto por ciento de respuesta del pueblo, es más grande que el tanto por ciento de compromiso de los que tienen que poner lo que se les supone que deben tener para estar donde están, que no es otra cosa que lo que Pablo ha tenido y ha sabido transmitir como pocos, de nada habrán servido los golpes de pecho, las fotos delante de la suya sacando bíceps, los emoticonos de brazos en twitter…
Así que señores políticos –al final todo es eso–, les deseo grandes dosis de alegría, serenidad, constancia, empatía y los dos “cojones” que ha tenido y demostrado Pablo al lidiar con lo que le ha costado la vida. No sean ustedes menos que un chaval de 20 años. ¡Siempre fuerte! Gracias, siempre.
