Antes de hacer un análisis de las ponencias que se presentaron en este congreso, celebrado en Antequera, durante los días 10, 11 y 12 de marzo de 2003, conviene recordar algo acerca de la Real Colegiata de Santa María, La Mayor, de la Cátedra de Gramática de Antequera y de la Escuela Antequerano-Granadina de Poesía con sede en ella:
El día 8 de febrero de 1503 por Bula del Papa Julio II se produjo la erección de la Iglesia Colegial de Antequera y, luego, la Provisión del obispo de Málaga don Diego Ramírez de Villaescusa, el 17 de septiembre de 1504. Los Estatutos son de 1543. En ellos ya se preveía la Cátedra de Gramática, Latinidad y Humanidades que proliferó entre los siglos XVI y XVII, –llegó a durar más– cumpliendo con ello lo que ya dijo San Isidoro de que “Era el medio necesario en toda adquisición intelectual.” Su sede fue la Real Colegiata de Santa María.
En esta época la Gramática era considerada como “la puerta de todas las ciencias” y la Cátedra ejercía la función de preuniversitario. Los profesores y preceptores opositaban a ello y allí se enseñaba el Trivium o sea, estudios de Gramática, Retórica y Dialéctica.
Siempre se habla de cómo Nebrija, tras su vuelta de Italia, en 1473, siguiendo a Petrarca, convirtió nuestra lengua romance en vehículo de cultura en su tierra, Sevilla, antes que en Salamanca y Alcalá de Henares. Luego fue en Granada, con motivo de la boda del emperador en 1526, de la famosas conversación de Andrea Navaggero, embajador de la República de Venecia, con Boscán. Pero pocos conocen que antes de esa fecha, según mi compañero y amigo Jesús Majada, el 17 de septiembre de 1526, Andrea Navaggero se detuvo en Antequera y, muy posiblemente, convencería a algunos de los preceptores de la Cátedra de Gramática de la Colegiata de Santa María, para que escribiesen en endecasílabos y en sonetos, como lo harán Luis Martín de la Plaza y otros más escritores pertenecientes a esta Escuela de Poesía. Aunque las actas de la Cátedra nos dan el dato de que Juan de Vilches fue Preceptor en 1529, parece ser que actuó como tal antes, ya que en 1524 firmó la entrega de la Bula de Creación de la Cátedra de Gramática y, posiblemente coincidió con Navaggero en Antequera.
Somos muchos licenciados, pertenecientes a distintas promociones de Licenciatura Románica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, los que nunca habíamos oído hablar, menos aún estudiar, esta importante escuela de poesía. Era lógico, en parte, si se tiene en cuenta que en esta época triunfaban, a nivel nacional, dos grandes escuelas poéticas: la SALMANTINA, a cuya cabeza estaba Garcilaso y la SEVILLANA, capitaneada por Fernando de Herrera. Tuvo que ser la Universidad de Málaga, la que creó un grupo de profesores, coordinados por el Catedrático José Lara Garrido, los que se han dedicado a estudiar y a darnos a conocer todos los componentes de esta extraordinaria Escuela poética. Curiosamente, muchos de ellos son miembros de la Real Academia de Nobles Artes de Antequera, como el citado José Lara, Belén Molina, Jesús Morata, Asunción Rallo, y otros como Bautista Martínez Iniesta. Seguimos esperando sus publicaciones, porque estamos en la época de celebración de los 400 aniversarios de la muerte y son muchos los poetas. El día 17 pasado también se conmemoraba el 418 aniversario de la muerte de otro gran historiador y escritor antequerano Francisco de Padilla, el pasado año, se cumplían siglos de la muerte de Rodrigo de Narváez, que tanta literatura épica suscitó y seguirán muchos más en los próximos años.
Antequera ha sido una ciudad que ha tardado muchos años en reconocer y estudiar su patrimonio artístico-monumental y ahora, afortunadamente, lo está descubriendo, gracias a un grupo de personas que se han empeñado en ello. Les doy mi más sincera enhorabuena, por ello. No ocurre así, por desgracia, con nuestro gran y rico patrimonio literario, que sigue olvidado y sin prestarle la atención debida. Ya decía Santa Teresa que “humildad es la verdad”, por eso siempre afirmo que suelo poner mi granito de arena, pero parece ser que no es suficiente.
Conviene añadir que, según Rodríguez Marín, a esta Escuela Antequerano-Granadina de Poesía se le asignan tres aportaciones o contribuciones, muy significativas, a la literatura española: La preocupación formal que les lleva a la experimentación de metros y actitudes; el gusto por lo delicado, sensual y pequeño que les lleva a crear una armonía en tono menor, es decir, un mundo precisista y afiligranado, propio de miniaturas y su gran preocupación por la plasticidad de las descripciones, color, sobre todo. Además de confirmar que los temas son los mismos de la época: amor, naturaleza, mitología y el tema moral de corte horaciano.
Ahora haré un recorrido por las ponencias del citado Congreso en el que se analizaron y estudiaron muchos aspectos del poeta del cual el 15 de junio, se conmemora el 400 aniversario de su muerte. Como he afirmado más arriba, se celebró en Antequera, los días 10, 11 y 12 de marzo de 2003. Muchos de los ponentes se refirieron a diversos aspectos literarios e influencias de otros autores que caracterizaban la poesía de Luis Martín de la Plaza.
Así, el lunes 10 de marzo, el profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Vicente Cristóbal, habló de “El horacionismo en las Flores de Espinosa” y afirmó que “El horacionismo empieza con las traducciones que hacen diferentes y graves autores de la obra del poeta lírico latino Horacio, 18 poemas en total. Entre los que traducen a Horacio, figura nuestro poeta antequerano Luis Martín de la Plaza, considerado por muchos especialistas, como el mejor poeta de la Escuela citada. Añade también el ponente, como horacionismo, “Las imitaciones, los ecos puntuales y las recreaciones de motivos horacianos aislados que aparecen en la recopilación de Espinosa”, destacando el Soneto XLVIII:
“Lidia, de tu avarienta hermosura
pide el tiempo enemigo estrecha cuenta:
ya ni el crespo cabello al oro afrenta
ni las mejillas a la nieve pura.
Tu mentida belleza mal segura,
en vano reparar el daño intenta
de la edad, que en tus ojos representa,
con tragedia mortal, la lumbre oscura.
Ya, ya no me verás de noche al viento
bañar de infame llanto tus umbrales,
comparando a la suya tu dureza,
que el tiempo, con efectos desiguales,
me da venganza, roba tu belleza,
te da dolor y cura mi tormento”.
Que versa sobre el tema horaciano de la bella que pierde sus encantos con la vejez. Entre las traducciones, el ponente cita la que hace nuestro poeta de Car. IV 7 de Horacio.
“Passó el elado y perezoso ibierno
y ya la primavera
con su bordada alfombra el campo cubre,
y en el pimpollo tierno
vuelue a nacer la verde cabellera
que fue mesada del rigor de Otubre.
La tierra muda oficio, y ya descubre
las riberas el río,
y de su madre en las antiguas faldas
recostado murmura…”.
También el mismo día 10 de marzo, otro autor de la misma Universidad Complutense de Madrid, Ángel García Galiano ofreció una ponencia que denominó: “Contexto antequerano-granadino del mito santuiaguista: Tejada, Martín de la Plaza y Rodríguez de Ardila.”
En esta ponencia trató de enfatizar la importancia y el interés que para los poetas citados tuvo, en un momento dado muy concreto de la historia político-religiosa de España, el mito de Santiago apóstol, Patrón de España, tras cuya lectura y explicación podremos percibir las concomitancias y diferencias de tratamiento que en cada caso se perciben. La diferencia de tratamiento en cada poeta será el objetivo. Puede observarse cómo , por ejemplo, Luis Martín de la Plaza, con la composición más estilizada o sintética de las tres, traslada a Santiago el esquema retórico de la Oda sáfica de Erinna a Roma, indicativo, acaso, de que el poeta se vio sorprendido por el encargo para algún acto celebrativo y hubo de echar mano de su arsenal. A España, pronosticándola felicidad por tener por patrón a Santiago, canción:
“Salve, reina del mundo, salve España,
hija temida del sangriento Marte,
que, en cuanto alumbra el sol y Tetis baña,
tremolas tu estandarte,
por tu patrón, que, de temor ajeno,
ardiente es rayo, pues nació del trueno.
Solicitado de tu justo ruego,
preso lo ves (cuando con altas voces
lo llamas entre el hierro, sangre y fuego)
de bárbaros feroces
el escuadrón atropellando fiero
armado resplandor, vibrando acero…”.
Igualmente, otro profesor de la Universidad de Málaga, Gaspar Garrote, nos habló del “Mito, memoria, moral: algunos sonetos de Arquijo, Tejada y Martín de la Plaza”.
El mito de Hércules, en el Soneto LXVII
“Oh, grande niño y del mejor planeta
hijo famoso, oprime fuertemente
de una y otra que ves, feroz serpiente
el cuerpo undoso y la garganta aprieta.
Desde pequeño, con valor sujeta,
de tu madrasta el odio y celo ardiente
y enséñate a sufrir con firma frente
las llamas que te aguardan en Oeta.
Que el premio que tendrás de tu fatiga
será inmortal, pues que tu nombre impreso
dejarás en columnas de diamantes;
y entre los dioses tu constancia obliga,
que después, hecho dios, te tenga en peso
el cielo, a quien serás segundo Atlante”.
…
El mito de Dafne y Apolo, aparece en el Soneto LXVIII:
“Dafne, suelto el cabello por la espalda,
cuyas hebras tremola el fresco viento,
huye ligera más que el pensamiento,
que aun no huella la hierba de esmeralda.
Tiñe la cara de color de gualda
cuando oye cerca el enemigo aliento
del dios, que forma celos del contento
que goza el aire alzándole la falda.
Viendo que corre y vuela y no la alcanza,
le grita “Ninfa hermosa, pues te adoro,
detente, aguarda, mira el bien que pierdes”.
Mas secásele el verde a su esperanza
cuando mira las crespas hebras de oro de
un laurel transformándose en hojas verdes”.
El mito de Ariadna, en el Soneto LXV:
“La vela de traición y viento llena,
con la vista cansada y el deseo,
sigue Arïadna, del traidor Teseo,
desde la playa que a su llanto suena.
Sus hebras de oro, de piedad ajena,
injuria, y deja en su dorado empleo,
el aire rico y el azul Nereo
con perlas que llorando da al arena.
“Vuelve ingrato – le dice- y al engaño
con que el honor me quitas no lo aumentes
la soledad de estos peñascos fríos.
“Mas ¡triste yo! Que esfuerzo el propio daño,
pues que te dan con que de mí te asusentes
el viento en popa los suspiros míos”.
En otros poemas, analiza, también, los mitos de Dido, Aquiles, y nos recuerda el tema de la muerte.
Álvaro Alonso, de la Universidad Complutense de Madrid, en su ponencia: “Un motivo poético en el grupo antequerano: las flores”, nos habló de un soneto imitación de Tasso, a las rosas de Pedro Espinosa y otro de Luis Martín de la Plaza, el Soneto XXXII:
“Reina de esotras flores, fresca rosa,
primero honor de abril y deste prado,
así te privilegie el cierzo helado
y respete la escarcha rigurosa,
y así goces (que es más) de la hermosura
palma de mi señora, y su adorado
cabello adornes, y el color rosado
de ver su rostro aumentes vergonzosa,
que me guardes las lágrimas que vierto
en tu pintado seno, y si te toca
en sus labios aquella a quien adoro,
en tus hojas mi bien irá encubierto,
porque si llegan a su dulce boca,
dulces serán las lágrimas que lloro”.
Mercedes López Suárez, de la Universidad Complutense de Madrid, tituló su ponencia: “Tasso y Martín de la Plaza: microhistoria de una imitación.” En su ponencia, comparó varios sonetos de Tasso con otros de Martín de la Plaza:
Soneto XVI:
“En esta gruta, en quien la noche oscura
suele esconderse de la blanca aurora,
una sombra guardo, ¡oh, Sueño!, ahora,
que nunca vio del sol la lumbre pura.
Aquí un arroyo de cristal murmura
y, ofendido en las guijas, perlas llora,
y aquí podrá de Pasitea tal hora
gozar los brazos en quietud segura,
si a mis ojos ministros del tormento,
tu mano dulcemente poderosa,
baña en olvido y en descanso cierra.
Mas ¿cómo has de venir (¡qué loco intento!)
donde te den, con ocasión forzosa,
mis voces inquietud, mi llanto guerra?”.
Soneto XLIII
“Aquí donde una peña el pardo seno
rompe, con líquido y sonoro
paso una fuente a quien las guijas de oro
tardan el curso con dorado freno;
aquí, que vuela el aire de ámbar lleno
y la Copia derrama su tesoro,
mientras el Sol, girando el alto coro,
vierte del Can la rabia y el veneno
repara, caluroso caminante,
estima, no desprecies, el sosiego
a que el sitio bellísimo provoca,
que no hallarás mejor más adelante
donde alivie el cansancio y temple el fuego
tu pie y tu sedienta boca”.
Asimismo, analiza los Sonetos XXXI “Aura que de estos mirtos y laureles…”; Soneto XLVII “Ocasión de mis penas, Lidia ingrata, “ Soneto XLVIII “Lidia, tu avarienta hermosura…”, Soneto XXVII “Decrépito, si alado dios, nacido … “ o la canción CIX “Iba cogiendo flores… “.
Todos estos profesores de distintas universidades y sus ponencias, demuestran la gran valía de la poesía de nuestro antequerano Luis Martín de la Plaza y justifican todos los homenajes que se le deberían organizar al considerado mejor poeta de nuestro Siglo de Oro, en Antequera y Granada.